La puerta de entrada del Laboratorio Nacional es un espacio de caos
entre la multitud que espera desde la madrugada para hacerse una prueba
de coronavirus, los porteros y los médicos. La gente se queja de que se
colocó a un grupo en una fila paralela para darle entrada primero que al
resto.
La seguridad lucha con la puerta para abrirla y cerrarla
cuando llega una ambulancia del Ministerio de Salud Pública u otro
vehículo privado, al tiempo que mantienen impedida la entrada para los
demás.
Allí se mezclan los que quieren hacerse la prueba por
sospechas de estar enfermos y los que están contagiados y necesitan
saber si ya se curaron de la enfermedad. Todos aglomerados y bajo un sol
que quema la piel.
CREDITOS A HOY DIGITAL