Desde abajo, donde la prensa tuvo que esperar para no violar la
intimidad del velatorio de la única hija de la voleibolista Prisilla
Rivera, se escuchaban los gritos desesperados de quien no supimos si era
la propia Prisilla Rivera u otro familiar. Más temprano, el Presidente
del Comité Olímpico Dominicano (COLIMDO), Luisín Mejía nos había
comunicado que la deportista estaba sedada y apartada en un cuarto de la
funeraria por su mal estado emocional.
También se nos dijo que la adolescente de 16 años padecía de una
condición especial, no especificada que la hacía convulsionar, y que fue
precisamente eso lo que la llevó a un estado en que no pudo respirar
cuando murió el martes en su casa.