El presidente de EE.UU., Barack Obama, modificó ayer su estrategia en
Siria con la autorización para enviar, por primera vez desde que empezó
la guerra en ese país, un reducido número de tropas para asesorar a los
opositores al régimen de Bachar Al Asad en la lucha contra los
yihadistas del Estado Islámico (EI).
No fue Obama quien anunció esa decisión sino altos funcionarios de su
Gobierno y, después, en su rueda de prensa diaria, el portavoz de la
Casa Blanca, Josh Earnest, que repitió una y otra vez que la estrategia
del presidente no ha cambiado, y que ese despliegue es solo una
“intensificación” de la actual campaña contra el EI.
Pero lo cierto es que el contingente autorizado, de las Fuerzas de
Operaciones Especiales e inferior a 50 miembros, sí representa un cambio
sustancial en la postura de Obama, quien desde que empezó el conflicto
en Siria hace más de cuatro años se había opuesto a la presencia de
tropas estadounidenses sobre el terreno en ese país.
Además, este despliegue se produce apenas un mes después de la
entrada de Rusia en el conflicto sirio, con sus fuerzas dando apoyo al
régimen del presidente Asad y atacando a todos los opositores, incluidos
los insurgentes del EI.
Según detalló Earnest, las tropas enviadas por Estados Unidos se
ubicarán en una zona del norte de Siria controlada por los kurdos para
asistir y mejorar las capacidades de la oposición “moderada” a Asad que
combate en esa región contra los yihadistas.
Su misión principal será ayudar a coordinar los esfuerzos de esos
rebeldes y de la coalición internacional de 65 países que bombardea
desde el aire desde al año pasado posiciones de los yihadistas tanto en
Siria como en Irak.
Earnest precisó que el contingente autorizado por Obama no estará “en
misión de combate”, aunque admitió que no se puede negar que esas
fuerzas especiales afrontarán situaciones “de riesgo”.
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