Roma. El alcalde de Roma, Ignazio Marino, vuelve a
estar en el ojo del huracán después de un viaje a Filadelfia para
participar en la Jornada Mundial de la Familia, a la que asistió el
papa, pues las críticas le han llegado hasta del Vaticano.
El viaje de Marino, del Partido Demócrata (PD, en el Gobierno), a
Filadelfia el pasado domingo había sido criticado duramente por
diferentes sectores y los partidos de la oposición al considerar que no
estaba justificada su presencia en un acto que nada tenía que ver con su
papel de regidor. Marino había justificado su viaje al asegurar que
se enmarcaba en los preparativos del próximo Jubileo que se vivirá en
Roma a partir del 8 de diciembre y para el que acudirán millones de
personas de todas las partes del mundo.
Por ello, durante el vuelo de regreso del papa Francisco desde
Estados Unidos un periodista italiano preguntó al jefe de la Iglesia
católica si le había invitado él o el Vaticano a este acontecimiento
religioso. La respuesta ha sorprendido enormemente en Italia, pues el
papa, siempre muy prudente, no suele entrar y sobre todo con esa
claridad, en las cuestiones de la política italiana.
“Yo no invité al alcalde Marino ¿claro? No lo hice y le pregunté a
mis colaboradores y ni siquiera ellos lo invitaron. Él se dice católico y
vino espontáneamente”, aclaró tajantemente el papa. A esta
intervención pontificia le ha dedicado numerosos artículos la prensa
italiana y, por ejemplo, el columnista del diario “La Stampa”, Massimo
Gramellini, hacía notar que por primera vez “el papa bajó de la cátedra
para inmiscuirse en la trastienda de los secretos de la política
italiana”.
La matización de Francisco obligó a Marino a grabar un vídeo, también
en el avión en el que regresaba de Estados Unidos, en el que explicaba
que la invitación había sido del alcalde de Filadelfia y del obispo de
la ciudad. Pero los medios italianos se apresuraron a preguntar al
ayuntamiento de la ciudad estadounidense, quienes aseguraron que ellos
no han pagado el viaje y la estancia del regidor de la capital
italiana. Los partidos en la oposición ya han pedido al ayuntamiento
que aclare quien pagó este viaje.
Pero la estocada final al alcalde llegó ayer cuando en una conocida
transmisión radiofónica en la que se gastan bromas telefónicas un
imitador se hizo pasar por el primer ministro, Matteo Renzi, y llamó al
presidente del Pontificio Consejo para la Familia, Vicenzo Paglia, para
preguntar por el tema. Paglia, ajeno a que se trataba de una broma,
confesaba- “Claro que Marino se ha colado. Ha intentado aprovecharse de
la situación y esto ha enfurecido al Número Uno. El alcalde es una buena
persona, pero nadie le ha invitado.
El papa estaba enojado”. Aunque Marino se confiesa católico, ya en
el pasado ha recibido las críticas por parte de la Conferencia Episcopal
italiana ya que el alcalde de Roma es uno de los máximos defensores de
las uniones entre personas del mismo sexo.
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