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A pesar de que el Gobierno las ha promovido para el turismo de aviación, estas terminales no logran su despegue


 

El Estado dominicano invirtió más de RD$183.6 millones en la construcción y relanzamiento de seis aeródromos domésticos y los ha promovido en el extranjero para el turismo de aviación. Pero las operaciones aéreas en estos son mínimas por la preferencia del visitante a usar las autovías construidas en la última década, las cercanías de aeropuertos internacionales, la burocracia y la falta de combustible para aviones en varias de estas infraestructuras.

Atrás quedaron los días en los que el piloto e instructor de vuelo Pedro Luis Aguasanta veía un dinamismo de pasajeros en los aeródromos de Arroyo Barril y el Portillo, ambos en Samaná. Los turistas eran trasladados desde estas instalaciones para ver las ballenas jorobadas en la bahía y otros atractivos de la zona este. Pero ese flujo aéreo ya es limitado y selecto.

“Había muchos negocios para la captación de turistas, restaurantes, zonas de actividades, de venta, y en ese entonces, al no estar tan habilitadas las autovías, había mucho flujo de aviación local, con turistas como con no turistas”, recuerda Aguasanta.

Desde la década de 1950, en la República Dominicana se han construido siete aeródromos para vuelos domésticos: Arroyo Barril y el Portillo (Samaná), Cabo Rojo (Pedernales), Expedición 14 de Junio (Constanza), La Aviación (Dajabón), Osvaldo Virgil (Montecristi) y Cueva de las Maravillas (San Pedro de Macorís). Además, hay 20 pistas para fumigación agrícola.

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