En estos tiempos en los que los contactos humanos deben limitarse al
mínimo, los robots pueden salvar empresas y hasta vidas. ¿Pero podrían
también agravar el desempleo masivo provocado por la crisis del
coronavirus?
Un brazo articulado que sirve cervezas en un bar en
Sevilla, un humanoide que toma la temperatura y orienta los pacientes en
un hospital universitario en Francia, un perro robot que distribuye gel
para las manos en un centro comercial en Bangkok... Estas imágenes se
multiplicaron a medida a que se propagaba el coronavirus por el mundo.
“Cuando hay una amenaza para los humanos, hay que enviar un robot”,
dice Cyril Kabbara, cofundador de Sharks Robotics, una start-up
francesa.
Su
robot Colossus, que ayudó a salvar Notre-Dame de París de las llamas en
2019, ahora trabaja en la descontaminación de la catedral.
“Hace
cuatro o cinco años cuando presentábamos a Colossus, se burlaban de
nosotros y los bomberos decían ‘esos tipos nos van a hacer perder
nuestro trabajo’”, recuerda Kabbara. Desde entonces Colossus ha sido
adoptado por bomberos de París y Marsella. “Cuanto más avanzamos, más
desaparece la resistencia”.
No es sólo en los sectores de la
higiene y la medicina donde los robots han ganado terreno. “Esta crisis
mostró que cuando hay una crisis sanitaria u otra cosa, la actividad
debe continuar”, estima Cyril Kabbara. “Muchos industriales nos dicen:
los robots nos permiten continuar nuestro negocio y si no los
tuviéramos, estaríamos paralizados”, agrega.
Pero de salvadores
de la actividad, los robots pueden convertirse rápidamente en
destructores de empleos. “La profundización de la recesión podría
conducir a un aumento de la automatización”, dice Mark Muro del Centro
de Investigación Brookings en Washington en una nota para el la página
web Economist Intelligence Unit.
CREDITOS A DIARIO LIBRE