Los países del Caribe sufren los efectos de una paralización de la
actividad por el COVID-19 que deja un panorama desolador con islas
cerradas a cal y canto, aeropuertos sin vuelos, hoteles blindados y
cruceros amarrados a puerto, un duro golpe para unas economías basadas
en el turismo.
La directora ejecutiva de la Compañía de Turismo
de Puerto Rico, Carla Campos, señaló este lunes a Efe que el impacto del
COVID-19, conforme a lo que proyecta la Organización Mundial del
Turismo, no tiene precedentes en el sector.
Puerto Rico, uno de
los países más visitados en la región, tiene 93 hoteles con el candado
echado de los 160 registrados por la Compañía de Turismo y 20,000
empleos están en riesgo.