Pero queda trecho por recorrer para llegar al grado de inversión, sobre todo una reforma fiscal responsable, que no deje espacio ni a la precariedad ni al dispendio
La República Dominicana logró importantes avances en 2023 en la mejora de su calificación crediticia, pero queda un trecho por recorrer para llegar al grado de inversión.
Después de haber logrado que en diciembre de 2022 Standard and Poor’s mejorara la perspectiva de la República Dominicana, subiéndola de Ba3 estable a Ba3 positiva, el país logró en 2023 dos mejoras más: en agosto de este año, Moody’s elevó la perspectiva de la República Dominicana de Ba3 estable a Ba3 positiva, y a finales de noviembre, Fitch Ratings elevó la perspectiva del país desde BB- estable a BB- positiva.
Pero para alcanzar el grado de inversión, que es la meta anunciada por el ministro de Hacienda, Jochi Vicente, se requiere llevar a cabo importantes reformas, pues aunque la economía ha logrado avances en materia de diversificación, resiliencia e institucionalidad, hay una gran tarea en uno de los aspectos clave que toman en cuenta las agencias calificadoras para otorgar el grado de inversión a un país: la fortaleza fiscal.
Es mucho lo que hay que hacer, comenzando con que el país cuenta, según un informe reciente del Banco Mundial, con un sistema fiscal “excesivamente complicado”, con una base impositiva “extremadamente estrecha” debido al gran número de exenciones, por lo que están presentes los riesgos de sostenibilidad a largo plazo si no se mejoran los ingresos y el gasto público.
El Banco Mundial advierte que el limitado crecimiento de los ingresos fiscales del país, combinado con el hecho de que aproximadamente una quinta parte de los ingresos fiscales se destinan a pagar la deuda, se tradujo en un descenso de la inversión pública del 3.2 % en 2000 al 2.6 % del PIB en 2022.
Ante esa realidad se impone una reforma fiscal responsable, que no deje espacio ni a la precariedad ni al dispendio y que haga del superávit fiscal la norma, dejando el déficit solo para la historia.
¿Compensan los beneficios que se derivan del grado de inversión el esfuerzo que hay que hacer para lograrlo?
Claro que sí. Con el grado de inversión se bajan los costos financieros del país en los mercados internacionales de capital, se mejora el costo del financiamiento privado, a través de las calificaciones a los bancos, y se amplía el universo de los inversionistas, ya que algunos inversionistas institucionales tienen límites inferiores para el riesgo que pueden asumir en sus inversiones y elegirán una composición de la cartera, teniendo en cuenta el riesgo crediticio señalado por la calificación.
O sea, el esfuerzo para llegar al grado de inversión generará buenos dividendos al país.
CREDITOS A HOY
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