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Básquet dominicano a la caza del talento futuro


 

Por Alex Rodríguez
Bayonne, New Jersey

Cuando el coach Alex Mirabel pidió a los familiares subir al segundo piso para que observaran desde allí a sus hijos, Juan Morel se hizo esperar un poco.

Mientras se daban los toques finales para arrancar con el campamento de la Federación Dominicana de Baloncesto, Morel, un nativo de Cambronal, Santiago y quien emigró a los Estados Unidos en 1993, aprovechaba unos últimos instantes para asistir a su hijo Juan Morel Jr. en sus calentamientos.

Morel Jr., de 6-9 de estatura y quien cumplirá los 17 años en el mes de junio, fue uno de los alrededor de 70 jóvenes que se dieron cita entre el sábado y el domingo a la actividad organizada por la Fedombal para los jóvenes nacidos entre 2008, 2009 y 2010.

El centro John J. Moore de la Universidad de New Jersey fue el lugar en el cual se juntaron las ansías de los chicos, las esperanzas de sus padres y los empeños de los entrenadores a la caza del mejor talento posible para integrar las futuras selecciones de República Dominicana. La diáspora dominicana en el gran país del norte siempre ha estado presta a echar una mano al baloncesto con la participación de los descendientes de los emigrantes en torneos y equipos nacionales.

Sin embargo, desde que la Federación Internacional de Baloncesto ha implementado la regla H.2.3.3, bajo la cual hay que tener el pasaporte dominicano antes de los 16 años para poder jugar como nativo y no como nacionalizado, la Fedombal ha organizado este tipo de campamento dos veces al año: para el final de la Semana Santa y para la festividad del Día de Acción de Gracias.

El primer día contó con la participación de Edgar de la Rosa, exintegrante de la selección nacional y multiganador de torneos superiores distritales con el equipo de San Carlos, quien también se dirigió a los jóvenes presentes para alertarlos sobre la primera condición que deben cumplir para ver culminado su sueño de representar a Dominicana.

Mientras se desarrollaban los ejercicios de “cocinas” con ambas manos, pasar, correr y tirar, los tres para tres así como la ofensiva sin driblear el balón, los sonrientes y orgullosos familiares no paraban de hacer fotos y videos desde la segunda planta de la edificación deportiva.

Esta entrega del campamento tuvo una dedicatoria especial a Manolito Prince, inmortal del deporte dominicano y uno que vivió en carne propia el proceso de emigrar y regresar a su país para ser parte viva de la historia del baloncesto criollo.

En su discurso de agradecimiento, Prince exhortó a los jóvenes a fundamentar su accionar, no solo en el deporte sino también en la vida en tres bases esenciales: La familia, la educación y el trabajo duro.

José –Maíta-Mercedes, director del programa de selecciones nacionales, y el entrenador Ruddy Martínez (Chaguito) lideraron la delegación desde Santo Domingo dentro de la cual esta vez se extrañó a Melvin López, quien cumple con compromisos profesionales en la Liga de Venezuela.

SEPA MÁS

Ayuda.

David Santana, presidente de la Asociación de Baloncesto Dominicana en Nueva York, y Ramón Campusano, un entrenador con labor dividida entre Villa Consuelo y San Cristóbal, formaron parte del personal de apoyo para la actividad.

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