La ciudad de Volosovo, cerca de San Petersburgo, está dominada por los altavoces.
Como muchas ciudades de Rusia, en Volosovo hay altavoces instalados en los postes altos que bordean las calles principales. Tradicionalmente se utilizan para difundir música durante las fiestas patrias. Ahora, sin embargo, tienen un propósito diferente.
«Se están formando dos batallones de artillería de voluntarios. Invitamos a sumarse a hombres de 18 a 60 años«, gritan los parlantes.
Es un mensaje que se repite a lo largo y ancho de este vasto país. En las redes sociales, la televisión y las vallas publicitarias, se insta a los hombres a firmar contratos a corto plazo con el ejército para luchar en Ucrania.
Detengo a un hombre en la calle en Volosovo y le pregunto si apoya la convocatoria de voluntarios. «¡Sí! Si fuera joven iría, pero estoy demasiado viejo», asegura apretando los puños. «¡Deberíamos bombardearlos!».
Sin embargo, la mayoría de la gente parece menos entusiasta. «[La guerra] es demasiado dolorosa para siquiera hablar de ella», dice una mujer. «Matar a tus hermanos está mal».
Le pregunto qué diría si uno de sus familiares quisiera unirse. «¿Por qué ir? Solo sus cuerpos serán devueltos».
Y muchos cuerpos lo son.
Ante las pérdidas significativas de soldados en el conflicto, las autoridades rusas han lanzado una campaña de reclutamiento para el ejército.
Dada la situación, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó este jueves un decreto que permitirá la incorporación al ejército de 137.000 soldados más a partir del 1 de enero de 2023.
Señal de desesperación
Rusia no publica cifras, pero funcionarios occidentales dicen que entre 70.000 y 80.000 soldados rusos han muerto o han resultado heridos desde que el gobierno del presidente Vladimir Putin lanzó su invasión hace seis meses.
Para atraer nuevos reclutas, las autoridades ofrecen a los voluntarios enormes sumas de dinero, terrenos e incluso lugares privilegiados para sus hijos en las escuelas rusas.
Los reclutadores incluso han visitado prisiones rusas para inscribir a los reclusos, prometiéndoles libertad y dinero.
El periodista de investigación Roman Dobrokhotov dice que la campaña de reclutamiento es una señal de desesperación por parte de las autoridades: «Este no es el tipo de soldados necesarios para una guerra victoriosa. El Kremlin todavía espera que la cantidad pueda ganar a la calidad. Que puedan captar a cientos de miles de personas desesperadas con sus deudas y simplemente arrojarlas a la zona de conflicto».
A pesar de las asombrosas cantidades de efectivo que se ofrecen a los posibles reclutas (hasta US$5.700 al mes en algunos casos), Dobrokhotov dice que la realidad es diferente.
«La gente no ve este dinero«, dice. «Están regresando [de Ucrania] ahora y nos cuentan a los periodistas cómo fueron engañados. Esto también está influyendo en la situación, esta falta de confianza en nuestro gobierno, por lo que no creo que esta estrategia tenga éxito».
Sin embargo, algunos están felices de unirse.
El hijo de Nina Chubarina, Yevgeny, dejó su pueblo en la región norte de Karelia para unirse a un batallón de voluntarios. Nina dice que a su hijo, que no tenía experiencia militar, le dieron un arma y lo enviaron directamente a Ucrania.
Murió pocos días después. Tenía 24 años.
El dolor de los familiares
Nina accede a encontrarse conmigo en un parque cerca de Moscú, donde ha encontrado trabajo a tiempo parcial en una fábrica de pan. Afirma que la monótona tarea de empacar panes le quita la mente de la pérdida de su hijo.
Recuerda haberle suplicado que no fuera a Ucrania. «Traté de disuadirlo. Lloré. Le dije: ‘¡Hay una guerra, te matarán!‘ Él dijo: ‘Mamá, todo estará bien'».
Nina critica cómo las autoridades reclutan voluntarios para luchar en Ucrania.
«¡Simplemente los envían como pollitos tontos! Apenas habían sostenido un arma antes. Son carne de cañón. Los generales piensan: ‘Tenemos un voluntario: ¡genial, adelante!'».
No todos están dispuestos a alistarse como Yevgeny.
Al viajar por este país, uno no tiene la impresión de que el pueblo ruso está totalmente detrás de la «operación militar especial», como le gusta llamarla al Kremlin.
La cantidad de automóviles en las carreteras rusas que muestran el símbolo «Z», a favor de la guerra, es relativamente baja. Los expertos dicen que el número de voluntarios que se unen también lo es.
El analista militar Pavel Luzin cree que la gente no está lista para sacrificarse por su presidente.
«El problema del Kremlin es que la mayoría de los rusos no están dispuestos a morir por Putin o por la restauración del ‘gran imperio’. El reclutamiento no es posible en las circunstancias actuales porque no hay consenso civil en Rusia para la guerra.
«Compare esto con Ucrania. Los ucranianos están listos para luchar«, añadió.
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