La
fortuna de los 73 milmillonarios de América Latina aumentó en 48 200
millones de dólares desde el comienzo de la pandemia, incluso ahora
cuando la región es una de las más afectadas del mundo, afirma Oxfam hoy
en su nuevo informe ¿Quién paga la cuenta? Gravar la riqueza para
enfrentar la crisis de la COVID-19 en América Latina y el Caribe.
Según
el más reciente estudio de la Oxfam, ¿Quién paga la cuenta?, la región
latinoamericana y el Caribe han visto surgir en promedio un nuevo
milmillonario cada dos semanas desde marzo, mientras que millones de
personas siguen luchando contra la enfermedad, dificultades económicas
extremas y por poner comida en la mesa durante los confinamientos, con
los hospitales al borde del colapso.
En conjunto, los 42
milmillonarios del Brasil aumentaron su patrimonio neto de 123 100
millones de dólares en marzo a 157 100 millones de dólares en julio,
mientras que los siete más ricos de Chile vieron como su patrimonio
conjunto aumentaba en un 27 % hasta alcanzar los 26 700 millones de
dólares.
Los
Gobiernos de América Latina están infra gravando en la práctica tanto
la riqueza individual como los beneficios empresariales, lo que está
socavando su lucha contra el coronavirus, la pobreza y la desigualdad.
Oxfam estima que América Latina perderá 113 400 millones de dólares en
ingresos fiscales este año, lo que equivale al 59 % del gasto en salud
pública de la región.
"Mientras
que todos los demás están viviendo con órdenes de confinamiento,
tratando de sobrevivir y con el temor de enfermarse, los milmillonarios
latinoamericanos ven como su patrimonio y privilegios van generando más
de 413 millones de dólares diarios desde el principio de la pandemia,
todos y cada uno de los días", afirmó el director ejecutivo interino de
Oxfam, Chema Vera.
“Los súper ricos nunca han tenido que
preocuparse por ser desalojados por no pagar el alquiler o tener que
decirles a sus hijos e hijas que hoy no hay nada que comer. Al
contrario, han recolocado sus activos o invertido en más acciones,
bonos, oro y bienes raíces, como ya lo hicieron después de la crisis
económica mundial de 2008 y 2011.
“Mientras la gente muere y se
enfrenta a la indigencia, la enfermedad y el hambre, es vergonzoso que
un puñado de personas extremadamente ricas puedan estar amasando todavía
más poder y riqueza. Si los Gobiernos no toman medidas para cambiar
nuestros sistemas económicos, están echando gasolina al fuego del
descontento contra las injusticias sociales que ahora están arrasando el
mundo".
América Latina ya era la región más desigual del mundo.
Los esfuerzos de los Gobiernos para combatir el coronavirus y salvar
vidas se han visto frustrados por la desigualdad y la corrupción
profundamente arraigadas, y el virus ahondará todavía más la enorme
brecha entre los más ricos y el resto.
A pesar de haber activado
uno de los confinamientos nacionales más rápidos y agresivos de América
Latina, incluso antes que Francia y el Reino Unido, Perú tiene más de
366 550 casos registrados y una cifra de 13 767 fallecidos, el segundo
país más afectado de América Latina después de Brasil y ahora uno de los
peores focos del coronavirus del mundo.
Más del 70 % de la
población peruana trabaja en la informalidad, sin contratos o
protección, y sin seguridad laboral o licencias por enfermedad. Desde el
comienzo del confinamiento el 16 de marzo, 2,3 millones de personas que
viven en Lima, la capital de Perú, han perdido sus trabajos y la
capacidad de alimentar a sus familias. Ya son 200 000 quienes han huido a
pie de las ciudades a sus pueblos de origen en el campo, algunos
llevándose el virus con ellos. Al mismo tiempo, los dos peruanos más
ricos vieron aumentar su fortuna combinada en un 6 % hasta alcanzar los
5500 millones de dólares y Perú ha visto surgir otros dos nuevos
milmillonarios.
El Gobierno peruano ayudó a las familias más
pobres a sobrevivir mediante transferencias en efectivo de 100 dólares
al mes, pero la desigualdad acabó con las buenas intenciones.
"Solo
el 42 % de la ciudadanía peruana de 15 años o más tiene una cuenta
bancaria y la mayoría de los beneficiarios de la ayuda del Gobierno, las
personas más pobres del país, están fuera del sistema bancario. No les
ha quedado más remedio que ir en persona al banco, donde las largas
colas se han convertido en un terrible caldo de cultivo para el
coronavirus. Vencer la pandemia significa vencer la desigualdad. También
significa poner fin a los privilegios de unos pocos afortunados",
declaró Vera.
El confinamiento de Perú implicó el cierre de todos
los negocios excepto los proveedores de alimentos, medicinas y otros
servicios esenciales. Sin embargo, solo una semana después, las grandes
empresas mineras, petroleras y de agronegocios eludieron la orden,
argumentando su importancia vital y estratégica para el país y
prometiendo cumplir con estrictas medidas sanitarias. La realidad es que
muchas de ellas no llegaron a aplicar medidas mínimas de mitigación de
riesgos. La mina de cobre Antamina ha informado de 210 casos positivos
por coronavirus, mientras que el 90 % de los empleados y empleadas de la
compañía de aceite de palma Ocho Sur que se sometió a la prueba a
principios de junio dio positivo, lo que supone una gran amenaza para
las comunidades indígenas cercanas, que se encuentran entre las más
desatendidas por el sistema de salud pública de Perú y que temen un
elevado número de muertes. En la región amazónica donde opera la
empresa, hay menos de ocho profesionales médicos por cada 10.000
habitantes.
En toda América Latina, 140 millones de personas,
alrededor del 55 % de la población activa, se encuentran en la economía
informal, y casi una de cada cinco vive en un tugurio. Hasta 52 millones
de personas podrían caer en la pobreza en América Latina y el Caribe
como consecuencia de la pandemia, con lo que la lucha contra la pobreza
retrocedería 15 años.
En una región en la que ya una de cada tres
mujeres se ve afectada por la violencia de género, las órdenes de
permanencia en el hogar han dado lugar a un aumento de las denuncias de
violencia doméstica y de asesinatos de mujeres y niñas. En Argentina, al
menos 81 mujeres han sido asesinadas durante el confinamiento desde
marzo de 2020.
En promedio, la inversión pública en salud de los
países de América Latina es del 4 % del PIB, la mitad que los países
miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos
(OCDE). Décadas de privatización e inversiones insuficientes han dejado a
los sistemas de salud pública de la región terriblemente mal preparados
e incluso los han convertido en un factor que contribuye al aumento de
las infecciones por coronavirus.
Para los más de 5 millones de
personas migrantes venezolanas que viven en la región, la pandemia es
una crisis doble. Tras huir del caos económico y político, millones de
personas se han quedado sin trabajo debido a las cuarentenas. Muchas de
ellas son indocumentadas y han caído en el olvido de las respuestas del
Gobierno, incapaces de acceder a las transferencias de efectivo o a los
servicios de salud. Desesperadas y a menudo sin hogar por no poder pagar
el alquiler, 80 000 personas han vuelto sobre sus pasos por los Andes
para retornar a Venezuela, donde incluso antes de la pandemia uno de
cada tres venezolanos se enfrentaba al hambre.
Si se aplicara en
2020 un impuesto al patrimonio neto de entre el 2 % y el 3,5 % a quienes
tengan más de un millón de dólares, los Gobiernos latinoamericanos
podrían recaudar hasta 14 200 millones de dólares, que podrían ser
invertidos en salud pública y protección social. Esta cifra es 50 veces
la cantidad de lo que se podría recaudar este año de los milmillonarios
de la región.
"El virus se ha expandido por América Latina no por
indisciplina, sino por la desigualdad, ejemplificada por la enorme
economía informal de la región y su falta de redes de seguridad, y por
los Gobiernos que no gravan suficiente las grandes fortunas. La
población se enfrenta a un dilema: quedarse en casa y pasar hambre o
arriesgarse y salir a intentar ganarse la vida. Las grandes fortunas
tienen una enorme deuda con nuestras sociedades y ya es hora de que
paguen la justa parte que les corresponde", concluye Vera.
CRÉDITOS A DIARIO LIBRE