Sophie y sus melancólicos ojos verdes. Sophie y su sonrisa tímida.
Sophie y su suave acento francés. Sophie y su largo pelo castaño
ondulado.
Hablamos de Sophie Lionnet, una joven francesa que con 20 años llegó
en enero de 2016 a Gran Bretaña cargada de ilusiones. Dejaba atrás a su
familia y a la ciudad de Troyes, en Francia, creyendo que iba aprender
muy buen inglés y viajar un poco. Su destino era la mágica y cosmopolita
Londres, donde haría de niñera de dos pequeños en una casona inglesa
con jardín. Pero todo salió mal. Y Sophie cayó en el lado más oscuro del
mundo que ansiaba conocer.
El sueño de Sophie
Hija de un jardinero llamado Patrick Lionnet (que hoy tiene 58 años) y
de Catherine Devallonne (51 años y hoy divorciada de Patrick), Sophie
había nacido en el municipio al noreste de Francia, en una zona rural.
Creció entre Auxerre y Sens en una familia de origen humilde. Amaba los
caballos, patinar sobre hielo, los juegos de video y el cine. Desde muy
pequeña demostró tener un alma altruista: le preocupaban los niños, los
animales y el cambio climático. Por eso participaba de un grupo que
producía documentales sobre cuestiones sociales y políticas en Europa.
Eso incluía los derechos de los animales, el cuidado de los perros
abandonados, tratar de conseguir una ley para evitar que se le dispare a
los pájaros, detener el comercio del marfil para terminar con la
matanza de elefantes. Decía que su gran batalla era combatir todo tipo
de violencia. Irónicamente, Sophie no podría pelear por su propia vida.
Quería conocer el mundo, hablar bien inglés y recuperarse
afectivamente: acababa de terminar una larga relación amorosa. La idea
de trabajar como babysitter le cerraba por todos lados.
Cuando le ofrecieron un empleo para cuidar dos chicos de una familia
de alto poder adquisitivo en el corazón de la majestuosa Londres, no
dudó. Decidió irse a probar suerte.