NACIONAL
En la práctica pediátrica diaria es común encontrar en el niño una
amígdala más grande que la otra, y lo consideramos como un hallazgo
normal, porque casi siempre es así. Nunca o casi nunca pensamos en
cáncer de amígdala, porque en el niño, este cáncer es muy raro.
Con
el objetivo de encontrar una relación entre el cáncer de amígdala y el
agrandamiento unilateral de estas en la edad pediátrica, Adil et als.,
publicaron un estudio tomando como base de datos “Surveillance Epidemiology End Results, SEER”
y 18 bases de datos más del cáncer que abarcó los años desde 1973 a
2014. También revisaron su propia experiencia institucional de casos de
hipertrofia o agrandamiento de amígdala unilateral y la ocurrencia de
cáncer infantil por más de 4 años.
Registraron una incidencia de
malignidad de 0.021/100,000 por año, siendo el linfoma no Hodgkin el más
común en su estudio. Coincidiendo con la literatura mundial que reporta
alrededor de un 2% de malignidad en los niños con agrandamiento
unilateral de amígdalas.
Las amígdalas son parte de nuestro
sistema de defensas, están formadas por tejido linfático, y su función
es, atrapar los gérmenes y bacterias que pudieran entrar a nuestro
cuerpo a través de la boca y nariz. Si ambas amígdalas se infectan, se
agrandan, y se acompañan de síntomas como fiebre, mal estado general e
inflamación de los ganglios del cuello. Pero, cuando es solo una de
ellas la que se agranda y si además aparece inflamación de los ganglios
del cuello del mismo lado, debemos pensar en la posibilidad de una
malignidad, que diagnosticada y tratada a tiempo, en la mayoría de los
casos es curable.
En la inmensa mayoría de los niños, la
asimetría de las amígdalas es un hallazgo benigno. Sin embargo, la
posibilidad de un tumor maligno debe ser considerada si en la
exploración física nos llama la atención que una de ellas es mucho más
grande que la otra. Por esto y más, la inspección de la garganta en el
examen físico y rutinario del niño es obligatoria.
DIARIO LIBRE
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