Decenas de turistas procedentes de varios países de Latinoamérica
están calentando, con banderas y gritos, el ambiente que se vive en los
modernos estadios en los que se disputa la Serie del Caribe en Venezuela, una competición que arrancó este jueves, a bombo y platillo, pero con las gradas casi vacías.
Fanáticos
de Puerto Rico, Colombia, República Dominicana, México, Curazao y Cuba
ondearon las banderas de sus respectivos países en el comienzo del
torneo de béisbol más importante de la región, que tiene como sede un
espectacular complejo deportivo frente al mar Caribe y otra estructura
recién terminada con capacidad para casi 40,000 personas en Caracas.
En
esos lugares, al menos en los primeros tres partidos, el silencio de
las novísimas sillas desocupadas dijo más que las consignas y vítores de
la fanaticada, sonidos que, en ocasiones, se perdían en la inmensidad
de los estadios, sin que esto afectara el ánimo de los presentes.
Foráneos internos
Sin
que el vacío les afectara, decenas de cubanos bailaron y cantaron
durante todo el partido que su equipo, los Agricultores de Bayamo,
disputó ante los WildsCats KJ74 de Curazao. El ánimo, que no decayó en
todo el partido, se volvió euforia cuando se supieron victoriosos en la
décima entrada.
"Nosotros confiamos en nuestro equipo de Cuba,
esperamos ganar la victoria en el día de hoy y disputar la final con
Venezuela", dijo a EFE Alexis Pérez, un cubano de 51 años que ha vivido
el último cuatrienio en Caracas trabajando para la "misión médica", que
acoge a miles de sanitarios de la isla en el país sudamericano.
El
hombre, bandera en mano, no tuvo críticas para la competición. Por el
contrario, aseguró que todos los amigos con lo que acudió al estadio
están "muy agradecidos por la invitación de Cuba" a la Serie, a la que
volvió luego de impedimentos que la dejaron fuera entre el 2020 y el
2022.
Pero no solo Cuba volvió, sino que Curazao se estrena en la
contienda que amplió sus puertas para recibir, por primera vez en 65
años de existencia, a ocho equipos, entre ellos Panamá y Venezuela que
se verán las caras en el último duelo de la primera jornada.
Reincidente en Venezuela
Por
su parte, Lorenzo Cepeda estrenó contento una de las 38,000 sillas del
Monumental Simón Bolívar, el segundo estadio de béisbol más grande de
Latinoamérica que fue entregado ayer por el Gobierno venezolano a las
autoridades deportivas.
Cepeda, un dominicano de 70 años, llegó
hace dos días a Venezuela, y no recuerda la cantidad de veces que la ha
visitado desde el año 1996. Como si quisiera remarcar su cercanía con el
país petrolero, asegura que ha asistido a las últimas cinco ediciones
de la Serie del Caribe que ha acogido.
"Este es el año", dice, esperanzado el septuagenario, que espera ver ganar a los Tigres del Licey, especialmente luego de perder en su primer partido frente a México.
Consultado sobre la organización del torneo, responde, parca y sosegadamente: "Bien, excelente, todo bien".
Turismo deportivo
La
competición está logrando, en pequeña escala, uno de las anheladas
metas del Gobierno: atraer turistas al país. Prueba de ello es Aranza
Quirarte, una mexicana de 28 años que visita Venezuela por primera vez,
precisamente para apoyar al equipo azteca en el torneo.
A juicio de la joven, todo lo relacionado con la Serie del Caribe está "padrísimo" (muy bien), la misma valoración que tiene para el clima caraqueño, la llamada eterna primavera.
"El
estadio está espectacular, está de primer nivel, muy buen ambiente aquí
en Venezuela", dice Aranza mientras celebra el triunfo, luego
definitivo, de los Cañeros de Mochis ante los dominicanos Tigres del Licey.
Ella
es una avezada fanática de la competición, a la que ha acudido en las
últimas cuatro ediciones, y, bajo ese espíritu, explica que es oriunda
de Guadalajara pero en esta oportunidad brinda todo su apoyo al
combinado de Sinaloa. "Ahora todos somos México", subraya.
CREDITOS A DIARIO LIBRE
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