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Reyes Magos: 7 curiosidades que quizás no sabías sobre ellos


 

Como todos los años, el 5 de enero por la noche niños y no tan niños se van a la cama con el deseo de levantarse al día siguiente y encontrarse con una montaña de regalos que habrán traído los Reyes Magos. El 6, Día de Reyes, es la fecha para abrir todos los presentes.

El 6 de enero supone el punto y final a las fiestas navideñas, un día en el que se suele recoger también la decoración de Navidad y que se celebra especialmente en Latinoamérica.

Tratándose de una tradición tan arraigada y una de las fiestas más importantes del cristianismo, podría pensarse que todo el mundo conoce de sobra a los Reyes Magos. No obstante, es probable que sepas menos sobre MelchorGaspar y Baltasar de lo que te imaginas.

A continuación, te presentamos 7 curiosidades sobre los Reyes Magos:

1- Eran magos, pero no reyes

En la Biblia no se habla de ellos como reyes, sí como magos. Sobre la denominación de magos, hay que tener en cuenta que el libro sagrado castiga la magia, por lo que la presencia ante Jesús de hombres que la practicaban se admite porque magos en griego también significa “hombre sabio o de ciencia”.

La tradición les llamó “reyes” a los magos en referencia al Salmo 72 (10 -11) que dice: “Los reyes de occidente y de las islas le pagarán tributo. Los reyes de Arabia y de Etiopía le ofrecerán regalos. Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones”.

2- ¿Por qué se dice que eran tres?

Como en el Evangelio de San Mateo (el único que los menciona) se cuenta que los Reyes Magos llevaron al Niño Jesús concretamente tres regalos (oroincienso y mirra), la tradición cristiana los redujo a esa misma cantidad. Fue entonces el papaLeón I quien estableció oficialmente la cifra en el siglo V. Sin embargo, se desconoce cuántos eran. De hecho, en otras culturas son otro número (para los armenios había 12).

3-  Origen de sus nombres

Los nombres de los magos no aparecen en las Sagradas Escrituras, pero la tradición les ha dado ciertos nombres. En un manuscrito de París a fines del siglo siete se los nombra como Bitisarea, Melchor y Gataspa, pero en el siglo nueve se empezó a propagar que eran Gaspar, Melchor y Baltazar.

Melchor es graficado generalmente como un anciano blanco con barba en representación de la zona Europea y ofrece al Niño el oro por la realeza de Cristo. Gaspar representa a la zona asiática y porta el incienso por la divinidad de Jesús. Mientras que Baltazar es negro por los provenientes de África y regala al Salvador la mirra, sustancia que se utilizaba para embalsamar cadáveres y símbolo de la humanidad del Señor.

4- ¿Por qué el 6 de enero?

En principio, ese día se celebraba la Epifanía, la revelación de Jesús al mundo no judío, aunque ya en otras culturas el 6 de enero era una fiesta relacionada con el solsticio de invierno. En el siglo V se identificó dicha fecha con la Adoración de los Reyes Magos y la palabra epifanía pasó a designar asimismo ese episodio del rito católico.

5- No iban todos en camellos

Una de las curiosidades sobre los Reyes Magos más interesantes es que no iban los tres en camello, como siempre nos han hecho creer. Melchor sí iba en camello, pero Gaspar lo hacía en caballo y Baltasar en un elefante.

6- La estrella habría sido una conjunción de planetas

Sobre la estrella de Belén que vieron los Reyes Magos se han construido varias hipótesis. Antes se decía que fue un cometa, pero estudios astronómicos indican que al parecer se debió a la conjunción de los planetas Saturno y Júpiter en la constelación de Piscis.

En este sentido, los Reyes Magos posiblemente deciden viajar en busca del Mesías porque, en la antigua astrología, Júpiter era considerado como la estrella del Príncipe del mundo; la constelación de Piscis, como el signo del final de los tiempos; y el planeta Saturno en Oriente, como la estrella de Palestina.

7- ¿Hubo un cuarto Rey Mago?

Hay quien cree que hubo un cuarto Rey Mago: Artabán. Según algunas leyendas, este Rey Mago habría parado por el camino para atender a un hombre mayor moribundo. Como consecuencia, llegó tarde a Judea y como castigo fue apresado y encerrado treinta años en el palacio de Jerusalén. Esta historia fue recogida por el teólogo Henry van Dyke en un cuento navideño llamado El otro rey Mago (1896).

 

 

 

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