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Las aguas turbias de la pesca ilegal salpican el doble asesinato en la Amazonía brasileña


 

En el mercado de pescado de Atalaia do Norte, en el estado brasileño de Amazonas, no se encuentra por estos días el pirarucú, un impresionante pez que llega a venderse en cientos de dólares.

Desde el asesinato del periodista británico Dom Phillips y el experto en temas indígenas Bruno Pereira en la zona, los pescadores prefieren no tomar riesgos por este codiciado pez.

“Como sucedió esto, los pescadores estamos ahora en una situación difícil porque están mezclando las cosas. Está el pescador profesional y el pescador ilegal. El pescador profesional no practica la pesca ilegal”, aseguró el pescador Sebastiao Pereira.

La policía dice que Phillips y Pereira fueron asesinados a tiros el 5 de junio cuando regresaban de una expedición en el Valle del Javarí, un lugar remoto de la selva amazónica de Brasil, en la región fronteriza con Perú y Colombia.

El crimen reveló la creciente anarquía y violencia en la zona, donde reinan la pesca, la tala y la minería ilegales, así como el narcotráfico, según expertos en seguridad.

Pereira había recibido amenazas de muerte por su trabajo contra la caza y la pesca furtiva en la reserva, donde esas actividades están prohibidas salvo para los nativos.

“Bruno trabajó durante años para la Funai haciendo exactamente este trabajo y luego vino a la Univaja como consultor para ayudar. Él estuvo ayudando a construir con nuestro equipo, esta cuestión para que los indígenas monitorearan y viligaran sus propios lagos para evitar toda pesca predatoria”, señaló Orlando Possuelo, Consultor de la Unión de Pueblos Indígenas del Valle del Javarí.

La policía identificó a ocho sospechosos y arrestó a tres. Los lugareños de Atalaia do Norte identificaron a los detenidos como pescadores ilegales de pirarucú, que entre 2012 y 2019 representó el 83% de la pesca ilegal incautada en Brasil. Pero los pescadores legales sostienen que están siendo juzgados injustamente.

La policía federal estima que no hubo un autor intelectual u organización criminal detrás del asesinato. Pero los activistas indígenas refutan esa versión e insisten en que los sospechosos no actuaron solos, aseguran que el crimen organizado estuvo involucrado.

 

 

 

CREDITOS A DIARIO LIBRE

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