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Autoridades indagan el móvil muerte ministro


 

Al cierre de esta edición, Fausto Miguel de Jesús Cruz de la Mota, confeso homicida del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, seguía en la Procuraduría General, dónde llevaba más de siete horas y según periodistas de esa entidad era interrogado por fiscales, encabezados por la directora de Persecución del Ministerio Público, Yeni Berenice Reynoso.

La PRG informó ayer que la Dirección de Persecución trabaja en coordinación con la Fiscalía del Distrito Nacional, para presentar los cargos preliminares.

El órgano investigador dijo que maneja la teoría inicial de que fue un asesinato y ahonda en las investigaciones para determinar las circunstancias objetivas del caso y someter acusación contra el imputado ante los tribunales.

Huyó hacia la Iglesia

El Ministerio Público explicó que Cruz de la Mota, de 56 años de edad, cometió el hecho en el despacho de Jorge Mera, en la sede central de Medio Ambiente, en la avenida Luperón, de la capital, y luego huyó hacia la Iglesia Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, ubicada en la urbanización Real.

En el templo religioso, Cruz de la Mota entregó la pistola a un cura, al que explicó que había cometido un crimen, aunque no identificó a la víctima.

Tras la procuradora adjunta Berenice Reynoso enterarse que el perpetrador estaba en la parroquia, hizo contacto vía telefónica con el investigado, que le manifestó su disposición de entregarse si le garantizaban la vida.

Luego de esa conversación, Berenice Reynoso acudió hacia la iglesia, acompañada del director de la Policía Nacional, mayor general Eduardo Alberto Then y del responsable de la Dirección Central de Investigación (Dicrim), general Amaury Van Troi Tejada Cruz, quienes estuvieron desde el inicio en las investigaciones.

Luego de entregarse, Cruz de la Mota fue llevado al edificio de la PGR, donde todavía anoche permanecía bajo interrogatorio.

Desde tempranas horas periodistas estuvieron apostados allí, a la espera de si el apresado era traslado al la cárcel de Ciudad Nueva, lo que al finalizar esta edición no había sucedido.

Escapa en medio del caos

Tras circular el rumor de que el matador estaba atrincherado en una oficina con rehenes, luego se supo que Cruz de la Mota había salido en medio del caos por los disparos y se refugió en la parroquia.

Tensión y confusión

Tras conocerse el hecho, reinaba la angustia, la confusión y una gran incertidumbre, tanto dentro como fuera de la edificación que alberga las oficinas de Medio Ambiente.

Un contingente policial selló las puertas del recinto y no se le permitió la entrada o salida a empleados o visitantes, menos a la prensa agolpada en busca de respuestas.

Empleados de las instituciones lloraban por el impacto de la noticia abrazados buscaban apoyo, mientras aguardaban en el amplio jardín.

Solo les fue permitida entrada a ambulancias del Servicio Nacional de Salud (SNS), unidades motorizadas y algunos dirigentes del Partido Revolucionario Moderno (PRM), familiares y amigos de Jorge Mera.

La falta de información oficial daba pie a muchas especulaciones y solo algunos de los funcionarios tuvieron paso y conversaron con la prensa al salir.

A las 2:12 de la tarde, Geanilda Vásquez se apersonó en visible estado de shock. “Una gente que nosotros conocíamos; no entendemos. Colaborador de muchos años. Una desgracia muy grande. Estamos totalmente consternados”, dijo mientras trataba de cruzar el tumulto.

Uno que pidió esperar el resultado de las investigaciones fue el ministro de Salud Pública, Daniel Rivera, quien sumido en la tristeza abordó su vehículo y dejó el silencio como respuesta, cuando se le preguntó si había visto el cadáver del funcionario.

El senador Ricardo de los Santos, también recomendó esperar las investigaciones. “Todos sabemos que estamos frente a un crimen que ha consternado a toda la sociedad. Venimos aquí a solidarizarnos con la familia”, expresó.

El congresista oficialista por Sánchez Ramírez consideró importante que sean reforzados los niveles de seguridad en las personas que hacen vida política.

“Era un hijo para nosotros y lo sigue siendo, me lo dejó Asela y Salvador”. Esta fue la expresión casi al borde del llanto del periodista Guillermo Gómez, amigo cercano del malogrado y a quien le permitieron entrar.

Agregó que hasta donde tenía conocimiento no había más personas heridas, a parte del occiso.

A las 3:39 de la tarde, un movimiento inusual de la Policía puso en alerta a los periodistas, pues una ambulancia del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) buscaba salir.

De inmediato entró a escena una cadena humana de agentes y una escolta de motorizados y una yipeta blanca. Esto dio a entender que en el vehículo de urgencias llevaban el cadáver, como en efecto así fue.

 

 

 

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