Los evacuados de la acería de Azovstal, el último reducto de resistencia ucraniana en la devastada ciudad de Mariúpol,
en el este del país, contaron este martes ya a salvo en Zaporiyia, su
calvario en un búnker a merced de los bombardeos y donde salir a buscar
agua podía significarles la muerte.
Sobrevivieron en túneles ocultos bajo la gran planta siderúrgica de Mariúpol,
entre las tropas ucranianas que todavía resistían, teniendo que retirar
cristales rotos de su comida y esperando a que alguien los evacuara de
allí.
Finalmente, a bordo de una caravana de autobuses urbanos
blancos, llegaron a la ciudad ucraniana de Zaporiyia, a un centro de
acogida improvisado, donde les esperaban entre lágrimas sus seres
queridos así como decenas de periodistas.
"Bajo el fuego
permanente, durmiendo en colchonetas, golpeada por las ondas expansivas,
corriendo con tu hijo y cayendo al suelo por una explosión... Todo fue
horrible", contó a los periodistas Anna Zaitseva, una de las evacuadas
Llevaba
a su bebé de seis meses en brazos y lloraba dando gracias a todo el
mundo, a las tropas que encontraron leche para su hijo y al esfuerzo
internacional de rescate que los puso a salvo.
"Gracias", dijo antes de ser escoltada a una zona privada dentro de un centro comercial.
Un
grupo de unos 100 civiles atrapados en sus refugios bajo la acería
lograron salir de allí gracias a un acuerdo con las fuerzas invasoras
rusas que tardó días en hacerse realidad.
CREDITOS A DIARIO LIBRE
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