La Cumbre de las Américas se inicia la próxima
semana en Los Ángeles con tan solo tres mujeres al frente de una
Presidencia en el continente americano, un reflejo de la desigualdad de género de una región cuya brecha se ha ampliado durante la pandemia del coronavirus.
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, y la de los países caribeños
Barbados y Trinidad y Tobago, Sandra Mason y Paula-Mae Weekes,
respectivamente, serán las únicas mujeres al frente de una jefatura de
Estado en una cita amenazada por los boicots y sin una agenda del todo
definida.
La escasa presencia femenina en la cumbre pone de relieve la histórica desigualdad de género en el campo de la política en la región, donde sólo 14 mujeres han sido jefas de Estado o de Gobierno en los últimos 30 años.
AVANCES PARLAMENTARIOS PERO RETROCESO LABORAL
Pese
a la brecha existente, Latinoamérica ha dado importantes pasos a nivel
político, especialmente en la conformación de gabinetes paritarios y en
el ámbito parlamentario, donde el promedio de mujeres legisladoras ronda
el 30 %, por encima de la media global del 26,2 %, según datos de la
Unión Interparlamentaria.
Países como Cuba, Nicaragua y México lideran las estadísticas globales,
con al menos la mitad de sus asientos ocupados por mujeres.
"Es una región que tiene talento, que está avanzando, pero el avance
tiene que ser mucho mas rápido y esperamos que haya un empuje fuerte en
la próxima cumbre", afirmó a Efe la directora de División de Asuntos de
Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal),
Ana Guezmes.
La brecha es todavía más visible en el mundo laboral, donde las mujeres
de Latinoamérica tienen salarios que son de media un 17 % más bajos que
los de los hombres, según datos de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT).
Dicha diferencia se ha agravado todavía más durante la pandemia, momento
en el que las mujeres han enfrentado una sobrecarga de trabajo no
remunerado y de cuidados, así como pérdida de ingresos y empleos.
Ello, según la Cepal, se ha traducido en un retroceso de más de una
década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la
región.
"El empleo de las mujeres se recupera mucho más lento que el de los
hombres. El de los hombres va a volver casi a niveles prepandemia y en
el caso de las mujeres estamos hablando en promedio de 13 años de
retroceso", subrayó Guezmes.
La pandemia también ha agravado una lacra continental: la violencia
machista, que el año pasado segó la vida a más de 4.000 mujeres en
Latinoamérica, de acuerdo a la Cepal.
Los prolongados encierros alejaron a las mujeres maltratadas durante
meses de las redes de protección familiares, institucionales y sociales y
las sumieron en una gran indefensión.
EL FEMINISMO, FUERTE EN LAS CALLES
Pese
a los retrocesos, las activistas consideran que hay cierta luz en la
región, con un movimiento feminista que tiene más fuerza que nunca en
las calles.
Las "mareas verdes" a favor del aborto libre copan periódicamente las
arterias de las principales ciudades latinoamericanas y movimientos como
el "Ni una menos" (Argentina) o Las Tesis (Chile) dieron la vuelta al
mundo.
"Tenemos un movimiento feminista fuerte que cada vez se consolida más,
que cada vez trae más aliados, que entra en la agenda pública, y en las
conversaciones de la casa", dijo a Efe Catalina Martínez, directora
regional del Centro de Derechos Reproductivos.
Esto contribuye, entre otras cosas, a "la despenalización social del
aborto y a que cada vez más la gente entienda que es un derecho", apuntó
la activista, cuya organización lideró la lucha que recientemente logró
el aborto libre en Colombia hasta la semana 24.
Colombia se unió así a la lista de países que han despenalizado el
aborto en la región en los últimos tiempos, entre ellos Argentina, Cuba,
Uruguay, Guyana y varios estados de México.
En la misma estela tratan de moverse otros como Chile, que ha incluido
en el borrador de la Constitución que está escribiendo el derecho a la
interrupción del embarazo, "algo que, de aprobarse finalmente, sería
inédito en el mundo", puntualizó Martínez.
La realidad latinoamericana choca de pleno con la de Estados Unidos,
donde el Tribunal Supremo podría a finales de junio prohibir este
derecho reproductivo.
"Es una región que funciona como un péndulo, hay avances y a la vez
-concluyó Guezmes- una reacción de la cultura patriarcal y del
privilegio". EFE
CREDITOS A DIARIO LIBRE
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