Una veintena de hombres vestidos con ropa de camuflaje y pasamontañas
esperan un autobús para cruzar la frontera desde Polonia a Ucrania.
Vienen de Estados Unidos y de otras latitudes para formar parte de la
denominada Legión Internacional, dispuestos a dar la vida para liberar el país de la invasión rusa.
En
la estación de tren de Przemysl, una pequeña localidad fronteriza con
Ucrania, hombres jóvenes y de mediana edad procedentes de Estados
Unidos, Canadá, España o Francia apuran la última calada del cigarrillo
mientras están atentos a los horarios de un autobús que les llevará a la
frontera con Ucrania.
Muchos de ellos no tienen experiencia
militar alguna ni jamás han agarrado un rifle, pero todos tienen claro
que luchar en el frente del este de Ucrania, donde se desarrollan los
cruentos combates con las tropas rusas, es el único camino para parar la
guerra.
Su intención es alistarse a la denominada Legión Internacional, un cuerpo de voluntarios que ya aglutina a cerca de 20.000 efectivos de una cincuentena de nacionalidades diferentes.
DISPUESTOS A MORIR EN UCRANIA
“El
día 1 de marzo me desperté y decidí que tenía que hacer algo. Cualquier
cosa para que esto pare”, cuenta a Efe Craig, un ciudadano
estadounidense de 55 años, oriundo de Colorado, que asegura que nunca ha
usado un arma pero que quiere ir a Ucrania “principalmente para
luchar”.
Craig llegó a la frontera con Ucrania hace unos pocos
días, pero lleva planeando el viaje desde hace un mes, en el que ha
recaudado unos 30.000 dólares para embarcar en un vuelo e ir a luchar.
“Lo
mejor que puedes hacer es aprender a luchar e ir al frente. La ayuda
humanitaria está bien, pero es una mayor necesidad reclutar efectivos”,
asegura este estadounidense de figura espigada y con una melena canosa.
Dice
que no está asustado, pero sí “dudoso” porque manejar un arma es algo
“completamente nuevo” para él, pero una vez aprenda a “disparar antes de
que disparen los rusos”, estará más tranquilo.
Craig, al igual
que muchos otros, vino solo y no tuvo el coraje de contarle a su familia
que se iba a Ucrania y que, quizás, no volvería.
“Si se
enteraran se les caería el alma a pedazos, de la misma forma que me está
pasando a mí ahora, cuando hablo contigo. Pero es lo que me hace ver lo
comprometido que estoy con la causa”, dice con un hilo de voz.
Al
no tener experiencia, Craig explica que pasará unas cuatro semanas
entrenando antes de ser enviado al frente del este de Ucrania. Espera
ser aceptado cuando termine su formación, puesto que “muchos son
rechazados” si no tienen nada que aportar en la batalla.
Max,
otro estadounidense de 24 años que no quiere revelar su verdadera
identidad, cuenta a Efe desde la misma estación que tuvo que vender
todas las propiedades, como su coche, para poder permitirse venir la
luchar: “Aparte de las mochilas que he traído, solo tengo una caja con
cosas”, asegura.
El joven afirma que tiene experiencia militar
porque estuvo en la Marina de EE.UU y eso “no se debería desperdiciar
cuando hay civiles que nunca han agarrado un arma y que se han visto de
lleno en un conflicto que no han elegido”.
“Podemos estar
repartiendo botellas de agua todo el día, pero no soluciona el
problema”, justifica Max sobre por qué ha escogido luchar: “Estoy
dispuesto a morir en Ucrania si tengo que hacerlo”, asevera.
CREDITOS A DIARIO LIBRE
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