Cada 4 de marzo se celebra el Día Mundial contra la Obesidad, enfermedad que, antes de la aparición del COVID-19, fue denominada como la pandemia del siglo XXI.
Las personas que padecen la enfermedad de la obesidad, no solo tienen que lidiar con las libras demás, sino también con el estigma en su ambiente laboral, las escuelas y la sociedad en general, lo que afecta la salud física y mental del paciente.
Es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial, que tiene componentes genéticos, ambientales y psicológicos, por lo que amerita un manejo multidisciplinario.
Se clasifica, según el Índice de Masa Corporal (IMC), en obesidad grado 1 (IMC entre 30 y 34.9 kg), obesidad grado 2 (IMC entre 35 y 40 kg) y la obesidad grado 3 o mórbida (IMC mayor de 40 kg).
La diferencia básica es el IMC. Hablamos de sobrepeso cuando tenemos un IMC por debajo de 30 kilogramos y de obesidad cuando es mayor a los 30 kilogramos.
Inciden los malos hábitos alimenticios, y entre estos no solo está la alta ingesta de alimentos ricos en calorías, ultra procesados y ricos en grasas, sino también el mal hábito de saltarse comidas.
Un gran porcentaje de los pacientes que padecen la enfermedad de la obesidad se saltan el desayuno, lo que provoca un enlentecimiento del metabolismo.
Otros factores que funcionan como estímulos para aumentar el riesgo de desarrollar la obesidad son: la inactividad física, periodos de sueño muy cortos y la tendencia a acostarse muy tarde.
A propósito del componente genético, algunos autores dicen que, si tenemos dos padres con el gen de la obesidad, tenemos entre un 50 y un 75 % de desarrollar la obesidad, mientras que con un solo padre tenemos un 40 % de desarrollarla.
Por otro lado está el medioambiente, las personas que se criaron o viven en un ambiente obesogénicos, tiene mayor posibilidad de desarrollar la obesidad, porque todos los alimentos a su alrededor son cargados de calorías y llenos de grasas trans.
A eso se suman los grupo de amigos que solo se juntan para comer, lo clásico es ir a un food truck, ahí se come papas fritas, alitas fritas, refresco de botella y lo que está de moda: la yaroa, que tiene todas las calorías que una persona prácticamente debe comer en una semana.
DIARIO LIBRE
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