Ya han pasado 11 meses desde que Belkenis Sánchez perdió su empleo en Puerto Rico. Trabajaba como empleada doméstica y cuidaba de una persona discapacitada, pero con la pandemia, y por temor a contagiarse, sus patronos decidieron despedirla.
“Ha sido tan difícil y todavía estoy desempleada”, dijo Sánchez, que también pasó días difíciles porque el distanciamiento empeoró la situación de violencia doméstica que día a día se esfuerza por superar.
“Gracias a Dios, mis hijos estaban de viaje y no tuvieron que presenciar estas situaciones”, expresó Sánchez, quien llegó a Santurce desde Santo Domingo hace más de cinco años.
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