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Los cuatro años de Trump en la presidencia, marcados por posiciones extremistas, han puesto el negocio de la dinastía en peligro


 

Un imperio económico construido sobre un nombre, un nombre asociado ahora a una carrera política. Cuando Donald Trump abandone la Casa Blanca el miércoles, tendrá mucho que hacer para rescatar su marca, que ahora es sinónimo de extremos.

Antes de convertirse en presidente, “la marca Trump era muy poderosa”, dice Melissa Aronczyk, académica de comunicaciones en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.

“Era una marca comercial” de éxito, un “símbolo de triunfo”, riqueza y éxito.

Desde hoteles de lujo hasta propiedades inmobiliarias exclusivas y campos de golf, el nombre de Trump está omnipresente en las entidades de la Organización Trump con sede en la icónica Quinta Avenida de Nueva York.

Pero los cuatro años de Trump en la presidencia, marcados por posiciones extremistas, y sobre todo los últimos días tras el asalto al Congreso por parte de sus incondicionales partidarios, han puesto el negocio de la dinastía en peligro.

La marca Trump se ha vuelto “tóxica” porque está asociada con el caos y el racismo, resume Tim Calkins, profesor de marketing en la Kellogg School of Management de la Northwestern University, quien duda de la capacidad de reposicionamiento de la marca. Según el experto, el daño ya es significativo.

Desde los hechos violentos en el Capitolio el 6 de enero, que dejaron cinco muertos, se han acumulado las malas noticias.

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