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LA REALIDAD LABORAL EN REPÚBLICA DOMINICANA.

Esta historia es parte del especial “El empleo en pandemia” de Diario Libre, realizado por Tania Molina, Suhelis Tejero y Edwin Ruiz. Puedes leer las demás historias en los siguientes enlaces: Teletrabajo, las reglas para la nueva jornada / Código Laboral: entre la aventura y la necesidad en un mundo en pandemia / Con un 25% de empleo formal perdido... el tiempo corre en contra y Mercado de trabajo bajo COVID-19
La dominicana es una economía que carece de productividad, pero que registra alto crecimiento, principalmente, como resultado “de acumulación de factores de producción”.
Pero eso deja de lado un uso eficiente de los recursos productivos que son el stock de capital neto (como las maquinarias, instalaciones y procesos), combinado con el tamaño de la población ocupada. En otras palabras, deja de lado la innovación.
En ese sentido, un informe conjunto del Consejo Nacional de Competitividad y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) concluye que “factores como innovación, mejoras de gestión, capacitación de la mano de obra y mejoras en la maquinaria para la producción han tenido una mínima participación en el crecimiento del producto”.
El estudio divulgado en febrero de 2018, bajo el título Índice Nacional de Competitividad, revela que durante los últimos 17 años la productividad total de la economía dominicana “no ha tenido un aporte significativo en el crecimiento económico”. Ejemplo de esto es que ese aporte fue apenas de 0.2 % para el 2017, año en que la economía dominicana creció nada más y nada menos que un 6.7 %, una tasa envidiable donde quiera que se pregunte, mientras se le da la vuelta al mundo.
Entonces, ¿cómo crece la economía dominicana? Para responder, habría que preguntarles a los casi 2.3 millones de dominicanos y dominicanas que trabajan en las empresas formales, donde experimentan como su productividad laboral supera años tras años el salario que se les paga.
Además de los empleos del sector formal, también en la economía dominicana están los que trabajan en el sector informal, que suman otros casi 2.2 millones de personas, según las estadísticas que divulga el Banco Central sobre el mercado de trabajo.
Y esa gran cantidad de trabajadores del sector informal que viven bajo condiciones más precarias, sin derechos laborales, genera presión hacia la baja salarial en el formal.
Una mano de obra errante e invisibilizada
Pero no es todo. Según el Banco Central, el 2019 concluyó con una tasa de desocupación de un 6 % en la economía dominicana, una estimación que excluye a los desalentados, parias del mercado de trabajo, los que después de tanto buscarlo infructuosamente, terminan dejándolo de buscar.
Simplemente, sin fuentes aseguradas de ingresos y sin esperanza de tenerlas, la prioridad se orienta hacia sobrevivir cada día, en un futuro gris de interminables días.
Esta metodología sobre la estimación de la tasa desempleo llamó la atención de BBC Mundo en un artículo del 4 de febrero de este año, titulado “El país con el desempleo más bajo de América Latina (y por qué es una paradoja)”. Se refería a Guatemala, que divulgó una tasa de paro de solo 2.5 %.
En el artículo, República Dominicana aparece con una tasa de desempleo de 6.1 %, estando entre los seis países de la región con menos desempleo en América Latina, al tercer trimestre de 2019.
Esa tasa es el resultado de no incluir las estadísticas sobre los desalentados en la estimación de la tasa de oficial del desempleo.
Y ese desaliento lleva a algunos bancos centrales de la región, incluyendo al dominicano, a desaparecerlos “metodológicamente” del mapa de la tasa oficial de desempleo abierto.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo describe así, en un informe sobre República Dominicana: “En muchos países en desarrollo, un bajo nivel de desempleo abierto no es necesariamente un indicador de bienestar. Refleja una pobreza generalizada donde un gran número de personas no pueden permitirse el lujo de estar desempleados y en búsqueda activa de un trabajo; en vez de eso, se ven obligadas a realizar trabajos esporádicos”.
Así en la economía dominicana existe un ejército de desocupados que no encuentra trabajo y que hace que la demanda supere por mucho la oferta, lo que en la práctica perjudica el poder de negociación de los trabajadores, sobre todo, de los menos calificados.

Un salario muy por debajo del valor que se crea
En ese contexto social, el salario que reciben los trabajadores dominicanos del sector formal año tras años es muy inferior al valor que les generan a las empresas para las que trabajan y que, para el empleado, se traduce en agotamiento físico y mental.
Lo anterior podría parecer una proclama sindical bajo las revueltas y soleadas calles dominicanas. Pero dos enjundiosos informes que involucran a entidades internacionales de prestigios así lo demuestran. Se trata de la Organización Internacional del Trabajo (OIT-2013) y del publicado conjuntamente entre el Consejo Nacional de la Competitividad y el Banco Interamericano de Desarrollo (CNC-BID-2018).
En su informe “Crecimiento, Empleo y Cohesión en República Dominicana” (30 de enero de 2013), la OIT calificó esa realidad como “la paradoja dominicana”, consistente en “alto crecimiento, disminución de salarios, pobreza e informalidad persistentes”.
Y agregó que “los salarios reales promedios por hora en el 2010 fueron 20 por ciento inferiores al nivel alcanzado en el 2000 y que se han quedado muy rezagados del crecimiento de la productividad laboral”.
Por otro lado, el estudio más reciente (2018) divulgado conjuntamente por el Consejo Nacional de la Competitividad y el BID, revela que a partir del 2004 “la productividad laboral registra una tendencia creciente más acelerada, cerrando en 2017 con un índice de 115.8”.
De acuerdo al informe, entre los años 2000 y 2017, la productividad laboral, en el período 2000-2017 ha tenido un crecimiento promedio anual de 4.32 %.
“La proporción del crecimiento económico explicada por el factor trabajo ha registrado un buen comportamiento en las últimas décadas, su tendencia creciente se debe a que la población ocupada y sus niveles educativos han mantenido un crecimiento constante”, revela el informe.
El otro factor que ha impulsado el crecimiento de la economía ha sido la acumulación de capital fijo.
Mientras que el factor “innovación” que corresponde a las empresas, “muestra alto nivel de estancamiento”. A la innovación, de carácter intangible, se le considera la base de la competitividad, porque es el resultado de procesos eficientes y del uso de los recursos disponibles de forma óptima. Ahorra costos y eleva las ganancias.
Pero, ¿se refleja la productividad laboral en los salarios?


La relatividad del tiempo laboral
Angela Cruz, una joven madre y ama de casa, hasta hace un tiempo trabajaba en una empresa administradora de activos, en la que laboró por más de cinco años. Ella prefiere no divulgar el nombre de la empresa.
Informa que fue cancelada en medio de una licencia médica, pues pasaba por un proceso postoperatorio.
Se le observa que el Código de Trabajo prohíbe cancelar a un empleado cuando está bajo una licencia médica durante un período menor de un año. Responde: “Si, pero usted sabe cómo funcionan las cosas”.
Y agrega: “Nosotros no tenemos en nuestro país un organismo que realmente respalde al trabajador”. Y amplía: “Hay un Ministerio de Trabajo, pero cuando tú asiste al Ministerio de Trabajo, con una situación, te reciben muy bien, pero al final realmente tú ni siquiera sabes qué hacer”.
Opina que el Ministerio de Trabajo debería dar seguimiento, e indagar “cómo sucedió esto, por qué sucedió, y vamos entonces a elaborar un expediente”. Pero eso se queda como en el limbo”, concluye.
Revela que al principio la empresa la contrató para ir dos días a la semana. Luego que le pidió que fuera 15 días al mes, por un sueldo.
Pero nuevamente luego, “resulta que a los 15 días se me dijo que fuera todos los días”.
Se le formula la pregunta lógica sobre si se le ajustó el sueldo proporcionalmente a la nueva jornada diaria. “No por el mismo sueldo”, responde. “Ahí yo recibo entonces una compensación adicional”, agrega.
¿Pero qué pasa? Para explicarlo expone el siguiente ejemplo: “Se pone un monto x”, como 20 mil pesos por trabajar 15 días al mes.
Pero al pedírsele que vaya al trabajo “todos los días”, se le ofrece como compensación adicional solo por 5,000 pesos, una cuarta parte de lo que recibía por la quincena.
Así, la primera quincena vale cuatro veces más que la segunda quincena.
Es el drama del poder empresarial en el que el valor del tiempo laboral se comprime o se extiende a favor del patrón. También se le puede calificar como productividad laboral no pagada que atasca y congela el crecimiento salarial.
Un mundo al revés
Pero el Comité Nacional de Salarios, donde los representantes de los sectores laborales, empresariales y del Gobierno discuten los temas salariales, es un mundo al revés.
Rafael Abreu, presidente de la Confederación Nacional de la Unidad Sindical (CNUS), recuerda lo siguiente: “Eso fue tema de debate, porque una corriente de los empresarios, y algunos economistas del área empresarial, siempre aducían que nosotros teníamos una distorsión en las discusiones salariales porque no nos ceñíamos a un sistema comparativo en torno al salario y productividad del trabajador. Eso decían ellos”.
Agrega que cuando recibieron una asistencia técnica de la Fundación Friedrich Ebert y del economista Felipe Santos, se propuso que se aceptase el reto sobre “el salario versus productividad”.
Recuerda que los sindicatos estaban “opuestos a eso”, porque se entendía que eso no era tan fácil de medir, porque “era una variable¡” que no controlaban ellos.
Pero se les explicó: “Eso se puede, vámonos por ahí, porque si entramos en ese terreno, los empresarios no tienen forma de justificar la actitud que ellos mantienen sobre el tema salarial”.
En República Dominicana las discusiones sobre los salarios en el sector privado se discuten en el ámbito del Comité Nacional de Salarios, de carácter tripartito, integrado por representantes del Poder Ejecutivo, del sector empresarial y del sector laboral.
Pero “para sorpresa de nosotros, los empresarios dejaron de lado el discurso, jamás hablaron del tema y en todas las discusiones salariales que hemos tenido, jamás han vuelto a hablar oficialmente sobre el tema de la productividad”.

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