Madrid.- La operación quirúrgica a la que ha sido
sometido de urgencia el cantante Joaquín Sabina por un coágulo cerebral
ha concluido satisfactoriamente, según ha informado a Efe su
representante desde la misma Clínica Rúber Internacional.
A la espera de un comunicado oficial del hospital, su portavoz ha
comunicado que su estado “no era grave”, que todo ha salido “muy bien” y
que el cantante, que ha tenido que ser operado “por un pequeño
coágulo”, permanecerá 48 horas en observación.
Sabina estaba en observación en la UCI desde que ingresó anoche tras
la caída sufrida desde el escenario del Wizink Center de Madrid, donde
ofrecía un concierto junto a Joan Manuel Serrat.
Una salud precaria a sus 71 años
El
accidente que sufrió ayer Joaquín Sabina, que de un susto ha pasado a
un problema más grave pero controlado, se une a una larga serie de
episodios médicos que a sus 71 años, cumplidos precisamente ayer, le
hacen tener un estado de salud más precario de lo normal para su edad.
La caída de anoche en el Wizink Center, cuando ofrecía un concierto
con Joan Manuel Serrat, fue un tremendo susto que parecía quedarse en
eso porque las primeras noticias hablaban de tres fisuras en el hombro
izquierdo.
Es el último capítulo de una larga serie de incidentes que le han
obligado a permanecer apartado del escenario en bastantes momentos de
los últimos años, empezando por el derrame cerebral que lo llevó al hospital en 2001.
Fue el 23 de agosto de aquel año cuando sufrió un accidente isquémico
cerebral leve por el que fue ingresado en el mismo hospital Ruber en el
que hoy ha sido operado.
En aquel momento estuvo ingresado apenas tres días y una semana
después mandó un correo electrónico agradeciendo la atención prestada y
aseguraba- “Estoy vivo y coleando, bien de las tres piernas y las dos
manos”.
Pero lo que sí le hizo ese susto fue reformular sus hábitos tras una
vida de excesos para, en general, “maltratarse mucho menos”. Así lo
indicó un año después, en una entrevista con Efe por la publicación de
“Dímelo en la calle” (2002), cuando confesó su preocupación por
“envejecer, por la salud” y por que no le quieran “las mujeres”.
Durante unos años, el cantante se mantuvo más alejado de la vida pública y su salud se recuperó, pero en septiembre de 2010 volvieron los problemas y tuvo que suspender su cita en el Palau de Barcelona debido a una caída doméstica.
De nuevo en mayo de 2011 canceló sus primeros tres
conciertos en Estados Unidos -Nueva York, Miami y Los Ángeles- por
problemas intestinales, que el propio músico atribuyó a una
“diverticulitis aguda”.
Otro episodio médico no del todo aclarado se remite a julio de 2013,
cuando anuló su participación en un acto vinícola en la localidad
zaragozana de Cariñena debido a un “mareo”, quizás por “el calor”,
relató su entorno.
En diciembre de 2014 se produjo otro incidente en el
Wizink Center madrileño, un escenario que se ha convertido en una de
sus pesadillas. Sabina abortó el espectáculo a las dos horas, a pocas
canciones del final.
En declaraciones posteriores a Efe lo achacó a problemas de estómago,
aunque en un primer momento afirmó que había sufrido una crisis de
pánico escénico, “un Pastora Soler” -en referencia a la causa que apartó
a la sevillana temporalmente de los escenarios, algo por lo que luego
pidió perdón-.
Cuando aún se mantenía esa versión y corría peligro otro concierto en
Madrid solo unos días después, su representante desveló que aquella no
era la primera vez que Sabina temió desmayarse delante del público, ya
que unos tres años antes en Tijuana (México) había tenido un cuadro
parecido. “Se pensó que podría ser algo del corazón, suspendió y al día
siguiente hizo un concierto memorable”, dijo a Efe.
En junio de 2015 canceló dos conciertos en Canarias
debido a una tendinitis en el pie izquierdo, dolencia que le había
obligado a recurrir a un bastón. La buena fortuna de “Lo niego todo”, el
segundo disco más vendido en España en 2017 y el primero de su
discografía en solitario desde “Vinagre y rosas” (2009), no acompañó a
Sabina en su gira.
En marzo de 2017 tuvo que reprogramar las fechas de
sus conciertos en Iberoamérica debido a una operación por una hernia
ventral. En febrero de 2018 suspendió otros dos conciertos en México
“por un golpe en el ojo, con fuerte hematoma e hinchazón”, que se
provocó a su vez por un “pequeño mareo” a causa de “unas molestias en un
oído”. Y el 21 de abril de ese año fue ingresado para tratarse de una
tromboflebitis en la vena ileofemoral de su pierna izquierda. Por ello
hubo de suspender cuatro conciertos que fueron reubicados a la cola de
la gira, tras Madrid, los cuatro que finalmente no se celebraron,
también por un problema médico.
El penúltimo episodio de salud fue otra vez en el Wizink Center el 16 de junio de 2018,
cuando interrumpió el concierto a la hora y media de actuación; según
el parte médico fue a causa de “una disfonía aguda consecuencia de un
proceso vírico”.
“No están viendo ustedes un buen concierto por mi parte hoy”, decía a
mitad del espectáculo, pocos minutos antes de que su amigo y compañero
Pancho Varona pidiera disculpas por su salida del escenario, “totalmente
mudo”, y algunos minutos después de que el propio Sabina bromeara con
que parte de esta “gira interminable” lo había tenido “recorriendo
pasillos de sórdidos hospitales”. Ayer, la actuación fue aún más breve.
Aún no había empezado a cantar el que iba a ser el tercer tema de la
noche que compartía con Serrat. A oscuras en el escenario, con un
potente foco que le iluminaba, Sabina pronunciaba uno de sus habituales
monólogos y hablaba de los cadáveres de subsaharianos en el
Mediterráneo. Dio un paso adelante y, literalmente, desapareció. Se cayó
al foso por la parte frontal del escenario, dándose lo que hoy su
representante ha calificado de “golpetazo brutal”. Reapareció poco
después en silla de ruedas- “Con todo el dolor de mi corazón me voy a ir
al hospital porque el hombro este lo tengo muy muy muy muy dolorido”,
explicó al expectante público.
“Estas cosas solo me pasan en Madrid. Lo siento muchísismo”, dijo el
jienense antes de desaparecer rumbo al hospital en el que hoy ha sido
intervenido. Un ejemplo más que corrobora unas palabras que dijo Sabina
en una entrevista con Efe. “Cuando les cuenten que envejecer es una cosa
fantástica, porque la experiencia y la sabiduría… Mienten como
bellacos. Envejecer es una puta mierda”.