Cuando llegó a la presidencia, Manuel Andrés López
Obrador parecía tener al menos la buena fe de revitalizar a Pemex. Como
hijo de la cuenca petrolera del Golfo: pasó sus primeros años en
Tepetitán, un pueblo con un par de pozos.
Hoy, los problemas que afectan a Pemex están llegando a un punto crítico, y sus inversores están cada vez más inquietos.
Hoy, los problemas que afectan a Pemex están llegando a un punto crítico, y sus inversores están cada vez más inquietos.
La producción se desplomó a un promedio de un millón 680 mil barriles
diarios en los primeros nueve meses de 2019, la mitad de lo que
producía en 2004, y los yacimientos más rentables de México se están
secando deprisa.
Se necesitan inversiones desesperadamente, pero la compañía dedicó alrededor de 2 mil 500 millones de dólares a gastos de capital en los primeros nueve meses del año, apenas el 28 por ciento de su objetivo de 9 mil millones de dólares para 2019. Ese objetivo ni siquiera constituye la mitad de los gastos de capital de Pemex durante algunos de los años de Calderón.
Se necesitan inversiones desesperadamente, pero la compañía dedicó alrededor de 2 mil 500 millones de dólares a gastos de capital en los primeros nueve meses del año, apenas el 28 por ciento de su objetivo de 9 mil millones de dólares para 2019. Ese objetivo ni siquiera constituye la mitad de los gastos de capital de Pemex durante algunos de los años de Calderón.
Aunque
Pemex es rentable, las ganancias antes de intereses, impuestos,
depreciaciones y amortizaciones en los primeros nueve meses del año
alcanzaron los 17 mil millones de dólares, la mayor parte de ese
beneficio fue para pagar impuestos y derechos que totalizaron 13 mil 900
millones de dólares en ese lapso. “El problema es que el Gobierno se lo
lleva todo”, dice Lucas Aristizabal, director sénior para América
Latina de Fitch Ratings en Chicago.
Los críticos de AMLO afirman que su Gobierno no tiene una estrategia
realista para corregir lo que está mal. Tachan la pieza central de su
plan de inversión para Pemex, la refinería en Dos Bocas de 8 mil
millones de dólares, como un despilfarro, o peor. Afirman que Pemex no
la necesita, que es mejor dejar en manos de otros el negocio de
convertir el crudo en combustibles, y que el proyecto desviará la
atención y los recursos de su negocio medular que es la perforación.
La construcción aún no arranca en la planta que promete una capacidad
de 340 mil barriles por día, pero el terreno que la albergará ya se
prepara. Absorberá más de 4 de cada 5 pesos en fondos adicionales que el
Gobierno asignó a Pemex de 2020 a 2022 como parte de su plan de
negocios.
Poco importa que las refinerías existentes operan a solo el 40 por
ciento de su capacidad en septiembre debido a la falta de inversión y de
crudo ligero para el procesamiento, o que las plantas pierdan más
dinero a medida que producen más, según los analistas.
“Es más barato para Pemex comprar gasolina que refinarla en el país”,
explica Ixchel Castro, gerente de mercados de petróleo y refinación
para América Latina en Wood Mackenzie. La idea de López Obrador de que
otra refinería ayudará a reducir la participación e influencia
extranjera en la industria petrolera de México resuena en grandes
sectores de la población.