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Venezolanos en Estados Unidos: atrapados entre dos crisis


Salieron huyendo de la crisis que ha expulsado a millones de Venezuela y se estrellaron con otra, migratoria, en Estados Unidos, donde la esperanza de un asilo se ha transformado en días e incluso largos meses de detención.
Son venezolanos que cruzaron desde México a territorio estadounidense con cientos de kilómetros a cuestas, muchos incluso tras haber fracasado en su intento de establecerse en otros lugares.
“No era ningún delincuente”
'Vengo huyendo de mi país es por temor a la muerte y porque en los otros países donde estuve no tuve la oportunidad de pedir asilo. No, se me negaron, me cerraron las puertas y ahí me atacaron por xenofobia, por mi nacionalidad: 'Maldito venezolano, fuera de mi país, estorban' y me insultaban', declara a Efe Manuel Alejandro Valero, un enfermero de 28 años.
Manuel Alejandro está detenido en Estados Unidos desde el pasado 27 de abril, cuando se entregó a las autoridades en McAllen (Texas).
Responde por teléfono a Efe desde la penitenciaría Winn Correctional Center, en Luisiana, con la mediación de su hermana Eliana.

Su odisea se inició el 14 de septiembre de 2017, cuando salió de su Mérida natal rumbo a Perú, de donde tuvo que marcharse hacia Argentina al no encontrar oportunidades y por temor a que lo agredieran por racismo.

Decidió abandonar Venezuela agobiado por las amenazas que empezó a recibir después de que se uniera a las protestas antigubernamentales en 2017, que motivaron su despido -por conspirar contra la patria- de un hospital público y en las que resultó herido por perdigonazos.
De Argentina viajó a México, donde le robaron el pasaporte y otras pertenencias al salir del aeropuerto de Reynosa, la ciudad donde esperó 22 días en un refugio para inmigrantes antes de cruzar hacia McAllen.

Finalmente atravesó el río Bravo junto a un amigo, que está detenido junto a él, una prima y su hija de seis años. Ellas fueron también arrestadas pero puestas en libertad al poco tiempo.
Manuel Alejandro pasó once días en la 'hielera', como los migrantes llaman las celdas de la Patrulla Fronteriza por las bajas temperaturas que se soportan, antes de ser trasladado a un centro en Tennessee y de allí a Luisiana.

Su hermana defiende que no es un criminal: 'Nadie quiere que un familiar suyo esté preso tanto tiempo, o sea, sin cometer ningún delito y más él que no era ningún delincuente', lamenta Eliana, de 31 años, que lleva dos años y medio en Estados Unidos junto a su esposo y dos hijas.

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