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Acoso, violencia, violación: el precio por ser gay en el ejército surcoreano

Acoso, violencia e incluso abusos sexuales. Lo padecen muchos soldados gay y trans en Corea del Sur, donde la mili es obligatoria para todo varón y el sexo consensuado entre hombres en el ámbito militar es delito, según subraya un nuevo informe de Amnistía Internacional (AI).
"¿Se siente atraído por hombres?" es una de las preguntas que deben contestar los varones surcoreanos al inscribirse en la oficina de alistamiento tras cumplir la mayoría de edad.
Con este dilema comienza para muchos el calvario de la mili, que dura entre 21 y 24 meses y en el que cada año se calcula que se embarcan unos 400.000 surcoreanos de entre 18 y 35 años.
El informe apunta a que la mayoría de los que se sienten atraídos por hombres responden "no" para ocultar su orientación sexual y tratar de evitar el hostigamiento.
Muchos ya lo han hecho durante años ante familia o compañeros de estudio, tal y como recordó Roseanne Rife, directora de investigación para Asia Oriental de AI, en la presentación en Seúl el jueves del estudio "Serving in silence" ("Servir en silencio") en el que se ha entrevistado a soldados, activistas.
Rife destacó que en "la discriminación generalizada y el ambiente hostil para las personas LGTBI" que persiste ampliamente en la sociedad surcoreana "hacen que muchos se muestren muy reacios a compartir sus historias e incluso a reconocer públicamente su orientación sexual o identidad de género".
De ahí que una mayoría de entrevistados para el informe pidieran el anonimato.
Entre los que optaron por compartir sus experiencias se cuentan algunos que dijeron "sí" y encararon las consecuencias desde el principio al ser catalogados como "soldados de interés".
Pero incluso si no se dice abiertamente, se arriesgan a sufrir ataques orquestados por superiores o con la venia de éstos tan solo por "caminar de una manera 'afeminada', tener una piel más clara o hablar con voz más aguda", dice el informe.
Aunque existen normativas para evitar la discriminación de los miembros LGTBI en el ejército, los relatos de la veintena de exsoldados entrevistados muestran que el acoso al colectivo es tristemente común.
Va desde la burla a la violencia física o incluso sexual, un martirio que ha llevado a algunos trans y gays surcoreanos a emigrar para solicitar estatus de refugiado -algo que en varios casos les ha sido concedido- para no tener que hacer la mili.
A esto se suma el que el Artículo 92-6 del código criminal militar, instaurado en 1962, castigue con hasta dos años de prisión el sexo entre soldados varones, incluso aunque sea consensuado.
Esto no evita encima que haya abusos y violaciones, tal y como muestra el relato de un exmilitar identificado en el informe como "U", que afirma que "algunas veces los oficiales ordenaban a soldados de menor rango (y catalogados como 'afeminados') que les acompañaran a moteles donde los violaban".
U, que hizo la mili hace una década, cuenta que al tratar de asistir a un compañero que fue violado -y al que como castigo por protestar se le había forzado también "a beber del retrete"- su superior le obligó a mantener sexo oral y anal con la víctima original a la que había querido ayudar y le amenazó con cosas peores si no callaba.
"El principal problema es que parece haber un buen número de reportes (sobre violaciones y abusos sexuales) pero luego muy pocos casos han acabado con los responsables siendo imputados o castigados", consideró al respecto Rife.
Para las mujeres transgénero el panorama puede ser casi peor si no modifican antes de que les toque hacer el servicio militar su cédula de identidad, para lo cual se requiere haber pasado por un tratamiento de reasignación de género que incluya haber modificado "órganos sexuales externos".
El informe de AI ha sido valorado positivamente por el Centro para los Derechos Humanos en el Ejército de Corea (CMHRK), que denunció el endurecimiento en la persecución del colectivo desde 2017.
Esta "caza de brujas" llevó a investigadores militares a acceder "de incógnito" a aplicaciones de citas gays para destapar las inclinaciones de los soldados y denunciarlos por violar el 92-6.
Aunque se desconoce el porqué de este endurecimiento, la campaña arrancó poco después de que diarios cristianos ultraconservadores publicaran reportajes precisamente sobre la presencia de reclutas en estas apps.
"Nuestra esperanza es que declaren inconstitucional (el artículo 92-6)", contó a Efe Cho Kyu-suk, coordinador de CMHRK, en relación a un requerimiento presentado en 2017 sobre que el que debe deliberar pronto el máximo órgano jurídico surcoreano.
Cho, Rife y el resto de activistas defienden la necesidad de articular múltiples medidas para acabar con los abusos y la desigualdad que sufren los LGTBI en Corea del Sur, aunque tienen claro cual es la medida más urgente en el ámbito militar: revocar el 92-6.

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