En condiciones infrahumanas, sin agua potable, energía eléctrica ni
calles habitan decenas de familias en una zona apartada de Villa Mella,
luego de que fueran desarraigadas del barrio de Los Guandules, en el
Distrito Nacional, para dar paso al proyecto Nuevo Domingo Savio.
Cuando suponían que tendrían mejores condiciones de vida, estas familias
salieron de un lugar de alta vulnerabilidad, tal como la cercanía del
río Ozama, para engrosar un cinturón de miseria del Gran Santo Domingo.
Con los recursos que recibieron por parte de la Unidad para la
Readecuación de la Barquita y Entorno (Urbe) muchos compraron pequeños
solares en la comunidad San José, entrando por la calle 31, de San
Felipe, pero no han podido levantar un techo digno.
Algunos levantaron pequeñas casuchas en zinc, mientras otros iniciaron
construcciones en concreto pero se les agotaron los recursos agotaron y
han tenido que improvisar pequeños cuartuchos a un lado para guarecerse.
Ivelisse de los Santos tenía un pequeño negocio en Los Guandules pero
los RD$250 mil que recibió de las autoridades apenas alcanzaron para
comprar un solar en San José y con la ayuda de la familia levanta una
casita. “Aquí estamos pasando las de Caín porque antes vivíamos del
negocio allá en Los Guandules, pero aquí vivimos de la gracia de Dios”,
expone.
Margaro Santana de los Santos era el dueño de una pequeña iglesia
evangélica en Los Guandules por la que recibió RD$259 mil por parte de
Urbe, razón por la que se vio obligado a salir de allí y levantar una
pequeña casucha de zinc en San José.
Narra que la vida en ese lugar ha dado un cambio radical, ya que antes
estaba ceca de todo pero ahora está muy lejos de las fuentes que les
servían de sustento.
Dinero no alcanzó. Elsa Pérez Sánchez era dueña de dos casas en Los
Guandules pero solo valoraron una por la que recibió RD$350 mil, con los
que apenas inició la construcción de una casa de block en San José.
Para no quedar a la intemperie levantó un cuarto de cartón y zinc en la
parte trasera donde duerme, cocina y hace los demás quehaceres, en medio
de la estrechez y la falta de agua que llega cada 12 días.
La vida le cambió de manera negativa a Mauro de los Santos, quien era
dueño de una carnicería y un colmado en Los Guandules, a tal punto que
en San José inició la construcción de una casa que no ha podido terminar
con los recursos que recibió.
“Mi padre anda sin sitio por ahí, prácticamente nos ha abandonado,
porque aquí no encuentra qué hacer, su negocio y clientes estaban en el
barrio”, narra su hija Yudy de los Santos.
Carmen de los Santos era propietaria de dos viviendas en Los Guandules
pero los inquilinos que vivían en sus propiedades recibieron mejor
trato, mientras ella ahora quedó prácticamente en el aire con tres hijos
que debe mantener sola.