Desde que asumió el poder en el año 1930 Rafael Leónidas Trujillo
organizó una red de espionaje a nivel nacional e internacional, que
además de perseguir y asesinar a sus contrarios, orquestaba campañas de
descrédito a través de los medios de comunicación. En la diabólica
acción participaban escritores, periodistas, abogados y especialistas en
relaciones públicas asalariados del gobierno.
Las redes trujillistas, públicas y secretas, contaban con el concurso
decidido del cuerpo diplomático del régimen, que manejaba recursos
económicos sin control, de suerte que pudieran cumplir las acciones
persecutoras contra los enemigos del dictador.
En la misión tenía participación destacada Félix W. Bernardino, cuyo radio de operación era La Habana y Nueva York.
Víctimas de esas campañas fueron los dirigentes políticos Juan Bosch,
Juan Isidro Jimenes Grullón, Cotubanamá Dipp, los Mellizos Hernández y
Angel Morales, entre otros.
El mínimo movimiento de los opositores era monitoreado por Trujillo y su
cuerpo de espías, gracias a los sistemas de comunicación que mantenía
con los despachos diplomáticos en el exterior.
La misma felonía trujillista sufrió el diplomático norteamericano
Benjamín Summer Wells, a quien el presidente Harding encargó de las
negociaciones para poner fin a la ocupación militar yanqui. Aquí, el
diplomático estableció relaciones con diferentes sectores sociales,
particularmente con el presidente Horacio Vásquez, vínculos que no eran
del agrado del general Trujillo, jefe nato del Ejército/Policía
Nacional.
Igual diferencia con el diplomático mantenían miembros de la legación
norteamericana, especialmente los que manejaban las aduanas dominicanas.
Wells, diplomático de carrera, amigo íntimo del presidente Franklin
Delano Roosevelt, de quien fue compañero universitario, era, además, el
compadre de un hermano de Eleanor, la primera dama de Estados Unidos.
Estos vínculos hicieron posible que el joven diplomático disfrutara de
una marcada influencia en el departamento de Estado de la poderosa
nación.
Es el autor de la obra La Viña de Naboth, que relata los principales
acontecimientos registrados en la historia dominicana, desde 1844 hasta
1926.
Una calle del sector Villa Juana, de la capital, lleva el nombre del distinguido diplomático, un buen amigo de nuestro país.
A fines de la década de los años 30, Benjamín Summer Wells (su nombre
completo) fue nombrado subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos
y, en tal condición, mantuvo estrechos vínculos con el exilio
dominicano, situación que renovó el odio del dictador Trujillo frente al
diplomático.
Eso motivó que nuestro ministro en La Habana, Roberto Despradel,
dirigiera una comunicación al general presidente, donde sugería la
conveniencia de combatir, “mediante una astuta propaganda”, a la figura
de Summer Wells, a quien se atribuía ser el “centro de una red
continental para para desprestigiar y eventualmente lograr el
aislamiento y derrocamiento de Trujillo”.
Según Despradel, “Wells está convencido de que es imposible hacerle a
usted (Trujillo) una revolución triunfante, y todos sus esfuerzos por
tumbarnos se dirigen ahora al campo internacional, donde cuenta con
buenas relaciones”. Después de recibir el respaldo económico y logístico
del dictador para una campaña de descrédito contra el diplomático,
Despradel encomendó al historiador y periodista cubano, que estaba en
las nóminas trujillistas, traducir al idioma inglés la obra “Como cayó
el presidente Machado: una página oscura de la diplomacia
norteamericana”, que recoge chismes sensacionalistas sobre un affair
homosexual que supuestamente había protagonizado Summer Wells, a bordo
de un tren.
La delegación dominicana en La Habana, que sirvió de centro de difusión
continental de la campaña, hizo publicar 5,000 ejemplares del libro que
fueron remitidos a políticos, periodistas, universidades, bibliotecas y
centros culturales de América, en los idiomas español e inglés. (Ver
libro Las redes clientelares de Trujillo en América Latina y el Caribe,
del Lic. Eliades Acosta Matos, editada por el Archivo General de la
Nación).
Los adversarios políticos de Wells, entre los que se contaba el
secretario de Estado Corder Hull, entregaron un ejemplar del libro al
presidente Roosevelt, a quien advirtieron de la posibilidad de que su
gobierno fuera desacreditado por ciertas naciones, derivado del hecho en
que habría participado su representante en el hemisferio. Semanas
después el subsecretario regional renunció al cargo.
De manera evidente, entre los gobiernos que podrían difundir el
escándalo que destruyó la reputación de Benjamín Summer Wells, estaba el
de Trujillo, que se destacó por el uso inescrupuloso de los detalles de
la vida personal de sus enemigos.