Tony
Peña entró en la nómina de la MLB en 1976 al firmar a los 19 años con
los Piratas con un afro negro pronunciado y salió a finales de 2017
cuando los Yankees no le renovaron como coach, con su cabeza llena de
canas, una carrera que como receptor incluía jugar invierno y un premio
al Dirigente del Año en la Gran Carpa (2002).
Su hijo mayor, Tony Francisco “TJ”, quien nunca se ha imaginado la vida laboral fuera de un play, está dispuesto a tomar el timón y prolongar la dinastía de los Peña, una que también incluye un hermano y un tío con paso por el Big Show.
TJ creció en dugouts de las Grandes Ligas, codeándose con estrellas, firmó en el 2000 a los 19 como un torpedero de gran defensa con los Reales, pero la falta de bateo le llevó a hacer la transición a lanzador en 2008 y puso fin a su carrera profesional en el verano de 2017 en México.
En enero pasado comenzó la tercera fase de la carrera de TJ, de 37 años, al fichar con los Reales para dirigir el equipo de la liga de novatos en Arizona y este otoño-invierno no ha querido vacacionar por lo que aceptó trabajar como coach de tercera base e infielder de los Gigantes del Cibao.
“Cuando está en el béisbol como jugador uno ve las cosas desde un punto, ya cuando entrena es otra cosa, es tratar de enseñar a los muchachos a progresar para que ellos puedan lograr su sueño”, resume Peña con el chip cambiado.
“En los dos lados hay presión, como jugador uno tiene un poco más de control de situaciones de juego y como dirigente uno solo trata de ayudar, motivar y tratar de ganar partidos no importa que sean novatos”, dijo Peña, que no esconde sus aspiraciones de emular a su padre y llegar a un banquillo en la MLB.
Con Tony habla casi todos los días, de la vida, de la familia y no falta el béisbol, sobre todo con los cambios que ha experimentado el juego desde el punto de vista estratégico.
“La sabermetría siempre ha estado en el béisbol, pero estaba al ojo humano, ahora tenemos la información más dura con los números y lo que uno suponía ahora está más acabado”, dijo Peña.
Su hijo mayor, Tony Francisco “TJ”, quien nunca se ha imaginado la vida laboral fuera de un play, está dispuesto a tomar el timón y prolongar la dinastía de los Peña, una que también incluye un hermano y un tío con paso por el Big Show.
TJ creció en dugouts de las Grandes Ligas, codeándose con estrellas, firmó en el 2000 a los 19 como un torpedero de gran defensa con los Reales, pero la falta de bateo le llevó a hacer la transición a lanzador en 2008 y puso fin a su carrera profesional en el verano de 2017 en México.
En enero pasado comenzó la tercera fase de la carrera de TJ, de 37 años, al fichar con los Reales para dirigir el equipo de la liga de novatos en Arizona y este otoño-invierno no ha querido vacacionar por lo que aceptó trabajar como coach de tercera base e infielder de los Gigantes del Cibao.
“Cuando está en el béisbol como jugador uno ve las cosas desde un punto, ya cuando entrena es otra cosa, es tratar de enseñar a los muchachos a progresar para que ellos puedan lograr su sueño”, resume Peña con el chip cambiado.
“En los dos lados hay presión, como jugador uno tiene un poco más de control de situaciones de juego y como dirigente uno solo trata de ayudar, motivar y tratar de ganar partidos no importa que sean novatos”, dijo Peña, que no esconde sus aspiraciones de emular a su padre y llegar a un banquillo en la MLB.
Con Tony habla casi todos los días, de la vida, de la familia y no falta el béisbol, sobre todo con los cambios que ha experimentado el juego desde el punto de vista estratégico.
“La sabermetría siempre ha estado en el béisbol, pero estaba al ojo humano, ahora tenemos la información más dura con los números y lo que uno suponía ahora está más acabado”, dijo Peña.
FUENTE: DIARIO LIBRE
0 Comentarios