NACIONAL
Fue escritora, historiadora laureada, maestra, poeta, filántropa que
entregó los últimos años de su vida al rescate de la adolescencia
desamparada de su pueblo.
Tras su frágil contextura había una mujer inquebrantable, activa,
emprendedora, incansable, a la que no pudo vencer el accidente
cerebro-vascular que sufrió en 1992. En silla de ruedas concluyó dos
libros que se agregaron a su demandada bibliografía: uno que fue a
puesto a circular en el Club 2 de Julio y otro en la Cámara de Comercio
de San Pedro de Macorís. Esa energía inagotable era característica del
temperamento retador de Ludín Belén Lugo Lugo, “Mamá Ludín”, que
aprendió a conducir autos a los 60 años de edad y que meses antes de su
partida definitiva de este mundo celebraba orgullosa haber alfabetizado
al biznieto más pequeño con la secular cartilla “Mantilla”.
Ingrid de las Mercedes, su hija, conversa sobre ella con sentido amor y
manifiesta admiración, contando su vida familiar y profesional,
destacando sus virtudes y entrega. Es la única sobreviviente directa de
la dama. Los hermanos de Ludín, Aurelio, Carmen, Enrique y Juan
fallecieron al igual que su esposo Ricardo Andrés Martínez Brugal y su
otra hija, Ludín Margarita (Margot). “Casi todos los sobrinos viven
fuera”, exclama Ingrid.
Pero el recuerdo de Ludín ha permanecido no solo en las generaciones de
alumnos a los que enseñó durante más de 40 años sino en sus libros, uno
de ellos, de texto en las escuelas de su amada Sultana del Este: “El
caballero de la ciudad”.
Ludín declaró en vida que había publicado cuentos, novelas, sonetos,
pero “me consolidé como escritora con “El caballero de la ciudad, en
1980”, y lo describía como “una novela histórica o historia novelada”.
Fue premiado por la Universidad Central del Este y por el ayuntamiento
local.
Otras obras suyas son “Canoas de falso piso”, basada en los viajes
ilegales. “Valoro esos viajes solo como una necesidad del hombre pobre”,
significó. También “Poemas del alma”, “Ensayo de la vida en un
cañaveral” que escribió a los 14 años, describiendo conflictos sociales
en los ingenios.
Entre sus cuentos están “El traje blanco de María Martha”, “Mundito”,
“Manolito en el carnaval de La Vega”. Algunos han sido reproducidos en
Puerto Rico, de donde eran los padres de Ludín.
Los primeros poemas los compuso en Monte Coca, un campo del ingenio
Consuelo, cuando sus padres la retornaron a San Pedro de Macorís después
de tres años de estudios en el Colegio de Mayagüez y en la escuela
Longfellow, de San Germán. “Desde temprano lleno mi vista / con la
llanura negra y feraz / donde sudosos los pobres cuerpos / cortan la
caña, sin descansar”.
En “El caballero de la ciudad”, esta innata poeta social y luchadora por
la libertad y contra la miseria, describió: “Había surgido un pueblo
pequeñísimo, un pueblo niño, con venas de miel de abejas, con arterias
cargadas de peces, con un vientre de velámenes blancos, con dedos de
anzuelos y cordeles, con pulmones surtidos de espumas y de yodo, con un
gran corazón de tierra y piedra… Mosquito, le decían a la parte
oriental, y Sol a la occidental. Después, a ambas en conjunto, les
llamaban Mosquitisol…”.
“Entregada a los demás”. Ludín Belén nació el 2 de julio de 1916, hija
de Dolores Lugo Zambrano y Aurelio Lugo Acosta, llegados en 1912 a
trabajar en las colonias cañeras de Macorís.
De 1939 a 1941 fue maestra en el colegio Santo Tomás de Aquino, de Santo
Domingo, que dirigía Parmenio Troncoso. Se graduó bachiller en
filosofía y letras y Maestra Normal.
En 1945 casó con Ricardo Andrés Martínez Brugal, empleado de Rentas
Internas que dirigió el Casino Puertorriqueño durante 20 años.
Impartió docencia en el Ingenio Consuelo y en la escuela “José Trujillo
Valdez” hoy “Federico A. Bermúdez” y dirigió la Escuela Normal
Secundaria y la Anexa, para formar maestros, e impartía pedagogía y
literatura en el colegio Cristo Rey.
En 1959 fue designada directora del Liceo Intermedio Gastón Fernando Deligne, función que compartió con jornadas vespertinas.
El daño que la tiza provocaba a su padecimiento de asma hizo que se
retirara de la escuela, pero continuó trabajando en la Casa Juvenil
Inmaculada, levantada gracias a la donación del local por José Hazim
Azar.
Colaboraban con ella en ese centro Octavia Perozo, Chita de Nina,
Liliana de Helú, Petra de Sánchez, Sofía Zaglul, Fiameta de Hoffiz,
Matilde de Salazar, Juanita Nicolás, Reyna Blanco…
Entre sus alumnos de clases particulares estuvieron Vicente Bengoa, Eric
Hazim, Raúl Comme Debroth, recuerda Ingrid, odontóloga y catedrática de
esa especialidad en la Escuela de Odontología de la UCE.
Otros discípulos que recordaba Ludín son César Iván, Miguel y Jesús
Feris Iglesias, Juanita Nicolás, Bélgica Febles, Belén Martínez, Carmen
Mazara, Ramón Pérez Martínez, Fernando Pérez Memén, Benjamín Garnett,
Alfredo Cross, Berlida Nina, César Mella, Nelson González, Nelson
Marrero, Máximo Peña, Víctor Moreno.
“Hablar de mamá me causa nostalgia, a mis seis nietos se la nombro como
el Pan Nuestro”, expresa Ingrid que dice haber recibido de Ludín “un
legado de amor, comprensión, perdón… Para nosotros, para el pueblo de
Macorís y sus compañeros de trabajo era fuera de serie como esposa,
maestra, madre, abuela.
Manifiesta que era especial la devoción de Ludín por la familia y “su
integridad como ser humano. Vivió entregada a los demás a cambio de
nada, sin importar clase social. Era solidaria, preocupada por sus
hermanos”.
Ludín falleció el 14 de junio de 2007.
La calle. La calle “Ludín Lugo” es la antigua “K-Sur” del sector La
Castellana, designada por ordenanza del Ayuntamiento del 19 de
septiembre de 2017.
Sobre este homenaje expresa Ingrid: “No tengo palabras para definir lo
que sentí cuando me informaron que iban a nombrar una calle de Santo
Domingo con el nombre de mamá, cuando en su pueblo no ha sido
reconocida, aun existiendo la resolución”.
FUENTE: PERIODICO HOY
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