INTERNACIONAL
CIUDAD DEL VATICANO. Las revelaciones de que uno de los cardenales
más respetados de Estados Unidos abusó sexualmente tanto de niños como
de seminaristas adultos han generado cuestionamiento sobre quiénes en la
jerarquía católica estaban enterados y qué hará el papa Francisco al
respecto.
Si las acusaciones contra el cardenal Theodore
McCarrick se confirman, incluyendo el nuevo caso reportado el viernes
que involucra a un niño de 11 años, ¿el papa Francisco revocará su
título de cardenal? ¿Lo destinará a una vida de penitencia y oración? ¿O
incluso lo expulsará del sacerdocio, la sanción esperada si McCarrick
fuera solamente un sacerdote?
Y Francisco, que ha criticado ya
una “cultura de encubrimiento” en la Iglesia, llevará la investigación
hasta la cima, adonde inevitablemente llegará, dado que los problemas de
conducta de McCarrick con adultos fueron al parecer reportados al
Vaticano hace años?.
La cuestión está sobre la mesa del
pontífice, quien ya ha pasado gran parte del 2018 lidiando con el abuso
sexual infantil, las relaciones homosexuales entre adultos y un
escándalo de encubrimiento en Chile que fue tan vasto que toda la
conferencia episcopal ofreció su renuncia.
Y apenas el viernes
Francisco aceptó la renuncia del hondureño asistente del cardenal Oscar
Rodríguez Madariaga, que es uno de los principales asesores de
Francisco.
El obispo auxiliar Juan José Pineda Fasquelle, de 57
años, fue acusado de abuso sexual de seminaristas y gastos excesivos en
sus amantes que fueron tan obvios para los fieles pobres en Honduras que
Rodríguez Madariaga está bajo presión para revelar lo que sabía de los
problemas de Pineda y por qué toleró que un obispo gay sexualmente
activo siguiese en el puesto.
El escándalo de McCarrick presenta
las mismas interrogantes, dado que al parecer era un secreto a voces en
algunos círculos eclesiales que el “Tío Ted” invitaba a seminaristas a
su casa en la playa y a su cama.
Aunque un abuso tal de poder
pudiera haber sido tolerado en silencio durante décadas, no es posible
en la era actual, aunque ha habido un silencio ensordecedor de los otros
cardenales sobre lo que sabían.
“Va a haber un enorme clamor
para que el Santo Padre le quite el gorro rojo, que lo ‘descardenalice’
formalmente”, dijo el reverendo Thomas Berg, vicerrector y director de
admisiones del seminario de St. Joseph en Yonkers, afiliado a la
arquidiócesis de Nueva York.
Describiendo cómo el escándalo de
McCarrick ha desmoralizado a seminaristas y sacerdotes por igual, Berg
dijo que la Iglesia tiene que garantizar que los hombres con atracción
por el mismo sexo simplemente no entren en los seminarios, una postura
reiterada recientemente por Francisco en referencia a las iglesias
chilena e italiana.
Y Berg dijo que la Iglesia tiene que tomar medidas cuando son violadas las leyes de celibato.
“No
podemos prevenir de forma efectiva el abuso sexual de menores y adultos
vulnerables por el clero si son toleradas en silencio las violaciones
al celibato”, dijo.
McCarrick, de 88 años, obispo retirado de
Washington y confidente de tres papas, cayó en desgracia cuando la
Iglesia estadounidense anunció el 20 de junio que el papa Francisco
había ordenado su salida del ministerio público. La sanción fue emitida a
la espera de una investigación plena de una acusación “creíble” de que
había manoseado a un adolescente en la ciudad de Nueva York hace más de
40 años.
DIARIO LIBRE
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