INTERNACIONAL
LONDRES. Cerca de cuatro años después de que la Organización Mundial
de la Salud fuera acusada de no dar una respuesta adecuada al mayor
brote de ébola en la historia, la agencia de Naciones Unidas parece
actuar con rapidez esta vez para contener un nuevo brote en el Congo, en
lo que algunos expertos consideran una prueba crucial a su
credibilidad.
“La diferencia entre la respuesta de la OMS en 2014
y ahora es casi como el día y la noche”, señaló Suerie Moon, del
Instituto de Posgrado de Estudios Internacionales y de Desarrollo en
Suiza, que formó parte de un panel independiente que evaluó el desempeño
de la OMS en ese entonces.
Catorce casos de ébola han sido
confirmados en el Congo desde que el brote fue reportado la semana
pasada, incluyendo un deceso. Más de 40 casos sospechosos o probables
_incluyendo 25 muertes_ se encuentran bajo investigación.
Funcionarios
de salud tratan de ubicar a más de 500 personas que han tenido contacto
con quienes se teme están infectados, una tarea que se ha tornado más
urgente esta semana ante las noticias de que el mortal virus se ha
propagado a Mbandaka, una ciudad de más de un millón de habitantes.
El
director de la OMS viajó al epicentro del brote la semana pasada,
decenas de profesionales han sido enviados al país, y miles de dosis de
una vacuna experimental han llegado, y más van en camino.
El
viernes _10 días después que la OMS anunciara el brote_ el grupo de
expertos de la agencia se reunió para decidir si declaraba la crisis
como una emergencia internacional. El grupo concluyó que la situación
aún no ameritaba tal declaración.
“Pienso que existe una clara
conexión entre las duras críticas que la OMS recibió en 2014 y la
respuesta actual, cuando parece estar reaccionando muy rápidamente”,
subrayó Moon.
En marzo de 2014, la OMS anunció la detección de
ébola en la República de Guinea, en el occidente de África, a través de
la publicación de una noticia de última hora de dos oraciones en su
página de internet. Durante los siguientes meses, el número de víctimas
aumentó, los casos rebasaron las fronteras y trabajadores de asistencia
internacional fueron infectados.
Pese a los exhortos para que la
violenta epidemia fuera declarada una emergencia global, la OMS se negó.
No fue sino hasta después de que 1.000 personas murieron que decidió
reunir a su comité de expertos para considerar la posibilidad. Al final,
más de 11.000 personas murieron en África occidental.
DIARIO LIBRE
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