NACIONAL
El sector privado se está involucrando en la lucha contra la delincuencia
Es
sorprendente cómo la realidad ha llegado a reflejar la ciencia ficción
distópica. En la película Sentencia Previa (Minority Report) de 2002,
Tom Cruise interpretó a un policía que trabajaba en una división
especializada en Virginia conocida como PreCrime que capturaba a
individuos basándose en el conocimiento previo de sus delitos
proporcionado por videntes.
La vigilancia masiva y la tecnología
representada en la película (publicidad personalizada basada en la
ubicación, reconocimiento facial, periódicos que se actualizaban a sí
mismos) son omnipresentes en la actualidad. El único aspecto en el que
el director Steven Spielberg se equivocó fue en la necesidad de recurrir
a videntes. En cambio, las fuerzas del orden pueden recurrir a datos y
tecnologías proporcionados por compañías como Google, Facebook, Amazon y
el grupo de inteligencia Palantir.
Vale la pena recordar la
perspectiva distópica de estas capacidades en un momento en que el
sector privado está cada vez más involucrado en el negocio de la lucha
contra la delincuencia y la recopilación de inteligencia. La semana
pasada, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas
en inglés) y otros grupos de derechos humanos le pidieron a Amazon que
dejara de vender su “orwelliano” sistema de procesamiento de imágenes
Rekognition a las autoridades policiales, diciendo que estaban
"propiciando el abuso en manos del gobierno".
Dijeron que el
sistema representaba una "grave amenaza para las comunidades, incluyendo
a las personas de color y a los inmigrantes". Los estudios han
demostrado que el software de reconocimiento facial regularmente
identifica erróneamente a las personas de color.
Esto es irónico,
dado que las actividades policiales alimentadas por el análisis de
grandes datos fueron impulsadas hace varios años por primera vez en EEUU
como respuesta al racismo y al sesgo. La idea era que ayudaría a eludir
los sesgos cognitivos humanos, como el vínculo entre la raza negra y la
criminalidad.
Sarah Brayne, académica de la Universidad de
Texas, estudió recientemente el uso de análisis de datos en el
Departamento de Policía de Los Ángeles, que ha trabajado con Palantir
para construir modelos predictivos de dónde podrían ocurrir crímenes.
Ella descubrió que el análisis de datos había cambiado fundamentalmente
la naturaleza de la vigilancia policial, reduciendo la reacción al
crimen y orientándola más hacia la vigilancia masiva y la predicción de
dónde podría ocurrir un crimen.
Además, la fusión de múltiples fuentes
de datos en los modelos de Palantir también significa que las personas
que nunca han tenido un encuentro con la policía bien podrían terminar
bajo vigilancia.
Además, los informes de transparencia emitidos
por los grandes grupos tecnológicos que documentan las solicitudes que
reciben de los gobiernos de todo el mundo para obtener información sobre
los usuarios de la plataforma muestran que las cifras han aumentado de
forma espectacular en los últimos años. Solamente en los últimos seis
meses, Google recibió aproximadamente 87,000 solicitudes de este tipo, y
66 por ciento de ellas resultaron en la entrega de parte de la
información.
Las solicitudes que vienen en forma de una orden de
búsqueda (por ejemplo, para el contenido de los correos electrónicos de
alguien) deben cumplirse. Pero otras solicitudes de información "sin
contenido", como el número de comunicaciones entre dos personas o el
encabezado de un correo electrónico, se pueden solicitar con una
citación o una orden judicial, que son más fáciles de obtener.
Las
empresas pueden optar por cumplir con esas solicitudes, desafiarlas en
los tribunales o tratar de reducir su alcance. Los ejecutivos pueden
tomar decisiones muy diferentes con respecto a la información que
entregan.
Mientras tanto, hay grandes categorías de información
que los jueces y los reguladores todavía están decidiendo cómo manejar.
La Corte Suprema de EEUU está a punto de decidir qué cantidad
información basada en la ubicación se debe entregar a las autoridades
sin una orden judicial; en este momento, las compañías toman la decisión
por sí mismas. También está por verse cómo el nuevo Reglamento General
de Protección de Datos de Europa, que se introdujo el viernes pasado,
coincidirá con, por ejemplo, la recientemente aprobada Ley de la Nube de
EEUU que les permite a las autoridades estadounidenses recopilar datos
recolectados en el extranjero.
Por supuesto, hay muchos países,
como China, en los que el sector público y el privado ya trabajan juntos
en la vigilancia pública masiva. Esto no sólo afecta a los gigantes
tecnológicos chinos — Baidu, Alibaba y Tencent — sino a cualquier
empresa occidental que recopila datos en China. Apple, por ejemplo, ha
protegido bastante los datos de sus usuarios en EEUU; se negó a ayudar
al FBI a desbloquear un iPhone bloqueado durante las investigaciones de
los ataques terroristas de San Bernardino en 2015. Sin embargo, Beijing
ha obligado a la empresa a trasladar todos sus centros de datos iCloud
de sus usuarios chinos a China continental, donde serán administrados
por una empresa local, que no necesita cumplir con las leyes
estadounidenses sobre protección de datos.
La conclusión es que
las empresas, les guste o no, se están convirtiendo en cuerpos
policiales. Esto ha llevado a algunos altos ejecutivos a preguntarse si
desean almacenar tanta información como lo hacen actualmente,
especialmente en empresas cuyos modelos comerciales principales no
involucran la gestión de datos.
También se están librando
batallas internas en Google y en otras partes sobre si la tecnología de
la compañía — no sólo los datos — debe proporcionarse a los funcionarios
del departamento de defensa y de la ley. A medida que la cantidad de
datos digitales crece, también se intensificará el debate sobre quién
debe manejarlos y cómo se deben gestionar.
DIARIO LIBRE
0 Comentarios