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Los rusos redescubren a Lenin en el centenario de la Revolución

INTERNACIONAL

MOSCÚ. Su anillo de boda, la bala que estuvo a punto de costarle la vida, sus notas académicas, las cartas a su amante o su famosa gorra son algunos de los objetos de Lenin que se muestran por primera vez al público en una exposición en Moscú en vísperas del centenario de la Revolución.
“Lamentablemente, las nuevas generaciones de rusos saben muy poco sobre nuestra historia, en particular sobre la figura de Lenin y los sucesos históricos ocurridos en 1917”, dijo a Efe Andréi Sorokin, director de Archivo Estatal de Rusia.

El Lenin más humano, con sus virtudes y sus defectos, es el protagonista de una histórica muestra que arranca en su árbol genealógico, que confirma que su familia era de rancio abolengo, hasta sus últimos días en silla de ruedas tras sufrir una apoplejía.

Vladímir Uliánov (1870-1924), alias Lenin, era un estudiante aplicado y tenía una memoria privilegiada, aunque había asignaturas que no se le daban tan bien, por ejemplo la Lógica, la Física y el Griego, como se puede ver en las notas de su escuela en Simbirsk (Uliánov).

Entre otros documentos históricos, los archivos rusos han sacado a la luz el documento del 19 de abril de 1887 en el que el zar condena a muerte al hermano de Lenin, Alexandr, por atentar contra la vida de Alejandro III.

Ese suceso acabaría por cambiar su vida, al igual que su matrimonio con Nadezhda Krúpskaya en 1898. Las alianzas de ambos cónyuges pueden verse en la exposición, al igual que las fotos tomadas en esa ocasión.

Lenin fue detenido por primera vez entre finales de 1894 y principios de 1895, como se observa en los protocolos policiales, lo que incluye su interrogatorio en una comisaría de San Petersburgo.
“No creo que el pasado deba ser enterrado. Estos documentos son nuestra memoria histórica, con sus errores, fracasos, crímenes, logros y éxitos. Sólo entonces podremos evitar los extremos en la interpretación de la historia de Rusia”, insistió Sorokin.

Entre los objetos personales del líder revolucionario destaca su famosa gorra, que le acompañaba a todas partes, incluido el día en que regresó en tren blindado desde Finlandia para comandar la Revolución.

También un reloj de bolsillo, un abrigo militar, varias medallas, una pitillera de oro -aunque no fumaba-, un termo, su cámara de fotos y unas botas de montaña, ya que Lenin era un gran aficionado a las caminatas por el campo.

Otra de las joyas de la muestra, que estará abierta hasta el 19 de noviembre -el centenario de la Revolución se celebrará el 7 de noviembre-, es el casquillo de la bala con la que estuvo a punto de segar su vida la ucraniana Fanny Kaplan en agosto de 1918.

Su amante, Inés Armand, también tiene un hueco en la muestra, en la que se puede rememorar en original y en versión digital su relación epistolar, casi tan apasionada como en la vida real.
También se puede echar una ojeada a su despacho en el Kremlin, nunca mostrado antes al gran público y que incluye objetos originales como su silla, pisapapeles, lámpara, una escalera para subirse a la estantería y un teléfono.

Sin duda, la pieza más curiosa es una estatuilla de un mono pensante subido a una montaña de libros con la frase “Darwin”

tallada en su base, un regalo del empresario norteamericano Armand Hammer.
Echando a volar la imaginación uno puede sentarse en la silla en el que murió en 1924 o tomar té de su propia tetera en la mesa de caña en la que el líder soviético departía con sus familiares y seres queridos en el jardín de su residencia de Gorki.

Ironías del destino, justo 94 años antes de que Crimea pidiera su integración en Rusia (2014), uno puede leer un telegrama escrito de puño y letra por Lenin dirigido a Stalin el 17 de marzo de 1920 sobre la necesidad de hacerse con el control de la península.

La decadencia física gradual de Lenin se puede apreciar en las fotos, documentos gráficos que incluyen alguna imagen para la historia de 1922, como un Stalin con traje blanco mirando de reojo al objetivo.

La última foto data de septiembre de 1923, apenas cuatro meses antes de su muerte, una imagen descolorida en la que se ve a un Lenin en silla de ruedas y con la mirada perdida, cuando ya había intentado en vano que Stalin no se convirtiera en su sucesor.

Aunque su esposa dejó bien claro que Lenin quería ser enterrado, en la muestra se ve que las autoridades soviéticas ignoraron su deseo y decidieron construir un mausoleo para que todo el mundo pudiera rendir culto a la momia del líder bolchevique.
Por: Ignacio Ortega

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