Para sociólogos, analistas y otros expertos de la sociedad civil, el
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es un partido-cartel que
controla las instituciones públicas y mantiene una red de clientelismo y
patrimonialismo en el país.
El concepto de partido-cartel es concebido por la socióloga Jacqueline
Jiménez Polanco, quien lo desarrolló ayer en un foro sobre “La
corrupción como cultura política: amenazas al sistema democrático”.
Según ella, la interpenetración entre el partido oficial y el Estado es
tal, que el primero utiliza al segundo como instrumento para imponer su
hegemonía.
El PLD, a su juicio, se ha enquistado en el poder gracias a una extensa
red de dominación institucional y a que se ha impuesto en las elecciones
a base de clientelismo y prebendas.
“De ser un mediador entre la sociedad y el Estado, el partido-cartel se
convirtió en un representante del Estado, trasladándose a las entrañas
mismas del Estado, desde donde se hace cómplice con otros partidos y
organizaciones”, observa.
Jiménez Polanco señala los altos niveles de corrupción e impunidad, y el control que ejerce el PLD sobre las instituciones.
“La actividad política actual, controlada por el PLD, es un negocio
entre carteles partidistas dirigido a enriquecer a algunos de sus
líderes, quienes -salvando una que otra excepción- surgieron de sectores
pobres y se han convertido en empresarios que manejan el Estado como un
botín para aumentar impúdicamente sus capitales”, expone.
La idea de Jiménez Polanco es corroborada por otros: los sociólogos
Enmanuel Castillo y Wilfredo Lozano; la politóloga Olaya Dotel, el
analista Carlos Pimentel, el investigador Carlos Morel y el filósofo
David Álvarez Martín.
A juicio de Castillo, el país camina hacia una dictadura de partido
único, y el Movimiento Verde podría ser el áncora de la democracia. Para
él, ese movimiento podría recuperar la institucionalidad y lograr el
retorno a la legitimidad de la dirigencia política del país. Sólo así,
piensa él, la democracia podría sobrevivir.
A propósito, Carlos Pimentel despliega las tres corrientes que conviven
en el seno del Movimiento Verde: los que insisten en la lucha contra la
corrupción, los que exigen leyes electorales equitativas, y los que
desean una ruptura institucional mediante una Asamblea Constituyente.
En tanto, un representante del Instituto de Investigación Social para el
Desarrollo, Carlos Morel, quiere que el movimiento genere líderes
políticos.
Por su parte, Wilfredo Lozano ve que los verdes atacan la esencia de la
lógica hegemónica del PLD, y opina que ese partido ha derivado en
corporación empresarial y el poder sindical se ha diluido.
David Álvarez Martín plantea una separación entre el Estado y el
Gobierno, para que las instituciones tengan independencia de acción, en
cuanto a designación y permanencia.
De su lado, Olaya Dotel propone una ruptura de la hegemonía morada.
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